Néstor Rivero Pérez

El 13 de junio de 1821, hace doscientos años, el Libertador escribe una enjundiosa epístola al vicepresidente de Nueva Granada, Francisco de Paula Santander, en la que expone ideas muy claras respecto a la función que debía cumplir el Ejército como instrumento para los propósitos de emancipación política e igualdad civil y práctica entre las personas.

Doctrina del soldado feliz

Ya desde 1813, en el marco de la Campaña Admirable, Bolívar instaba a sus soldados en Mérida a marchar “veloces a dar vida al moribundo y libertad al oprimido”. El Libertador apuntó a los elementos cardinales de un programa ético para la carrera militar, mediante el cual los hombres de armas de las nacientes repúblicas suramericanas se distanciasen del guerrero mercenario que va en pos del botín, rasgo de las tropas que Napoleón Bonaparte jefaturó en sus campañas de Italia, al autorizar saqueos y depredaciones contra las provincias tomadas. Quiso, el Padre de la Patria, desde el comienzo de sus empresas militares aleccionar a sus oficiales y subalternos a que ejerciesen con decoro y moralidad la superioridad, sobre otros, que otorga el porte de armas. De este modo, tras libertar a Caracas al final de la Campaña Admirable se le escuchará, a Bolívar, afirmar que el hecho del triunfo sobre enemigos, no hace tributarios suyos a los ciudadanos. De este modo asienta “un soldado feliz no adquiere ningún derecho…Es defensor de su libertad”, refiriéndose a la independencia de su patria.

La epístola del 13

El 13 de junio de 1821 el Libertador, quien venía avanzando en el control de las provincias, tras haber tomado entre mayo y los primeros días de junio las poblaciones de Barinas, Portuguesa y Cojedes, llevaba varios días establecido en San Carlos a la espera de nuevas informaciones acerca de las operaciones de diversión que venían cumpliendo por instrucciones suyas José Francisco Bermúdez entre el Oriente y la ciudad de Caracas, así como Rafael Urdaneta, Cruz Carrillo, y otros oficiales patriotas al occidente del país. El desplazamiento de estos jefes republicanos había dislocado el plan de operaciones de las fuerzas españolas al mando del mariscal Miguel de La Torre, quien se vio en la necesidad de retroceder primero desde Barinas a Guanare, y luego de esta capital a San Carlos, para reconcentrar sus divisiones en el Campo de Carabobo, paso obligado de todo aquel que desease llegar a Valencia o pasar a Caracas viniendo desde San Carlos. Este será el entorno de pre-combate que envuelve la mesa de trabajo en donde Simón Bolívar expide las órdenes a sus generales y coroneles o dicta a los amanuenses los párrafos de sus epístolas. Así, en la carta que dirige a Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Nueva Granada, el héroe caraqueño plasma un pensamiento militar teñido de elevado significado social: los soldados no son mero instrumento de pasiones de sus superiores ni persiguen solamente expulsar del territorio patrio al invasor español: el ejército grancolombiano es expresión de la voluntad soberana del pueblo que desea su bien y sabe cómo lograrlo. De allí la monumental sentencia “en (la Gran) Colombia el pueblo está en el ejército porque realmente está…porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra, y el pueblo que puede”.

Querer, obrar y poder”

Con las tres ideas (querer, obrar y poder) el Libertador manifestaba su recóndita convicción respecto a que el pueblo siempre tenderá a propósitos loables, como la abolición de la esclavitud, que es una de sus inquietudes de esos días. Así, el pueblo, que siempre querrá su bien, estando en el ejército tendrá el modo de asegurar el cumplimiento de su voluntad; y obrando en tal sentido nada le impedirá lograr su propósito de bien.

Sinóptico

1790

Nació José Antonio Páez

Este día nació en el caserío de Curpa (Portuguesa) José Antonio Páez, prócer fundamental de la independencia de Venezuela y cuyo nombre quedó inmortalizado con sus hazañas del Yagual, Mucuritas, Las Queseras del Medio, y su participación en la Batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821. Sin embargo, a partir de 1826, el general Páez tendrá una actuación de desdoro respecto a la persona y los proyectos anfictiónicos del Libertador Simón Bolívar, con miras a afirmarse como caudillo único de la Venezuela que se separó de la Gran Colombia. Otro tiempo histórico se impondría en Venezuela a partir de 1830. Allí comienza una etapa de claroscuros en la trayectoria del lancero, quien al decir de José Martí “creyó que el brazo es lo mismo que la frente, pelear lo mismo que gobernar, ser caudillo de llanuras lo mismo que Presidente de la República”. Así, el pedestal que debió cincelar también como estadista afirmando los proyectos grancolombianos y anfictiónicos trazados por Bolívar, se vería truncado en sus manos. El Centauro, después de ocupar por tres ocasiones la Presidencia de la República y salir al exilio, morirá en Nueva York en 1873.

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