Néstor Rivero Pérez

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El 26 de abril de 1933 fue creada por iniciativa de Herman Goring, en Berlín (Alemania), la Gestapo, cuerpo de policía secreta del III Reich alemán, el cual, integrado por varios miles de militantes del nacionalsocialismo, operó hasta la caída del régimen hitleriano en 1945. En mayo de ese año, el Ejército Rojo jefaturado por el general Gueorgui Zhukov, tomó a sangre y fuego Berlín, quedando disueltos los aparatos de represión del nazismo.

Sus tareas

Las ejecutorias de la Gestapo constituyen uno de los capítulos más sombríos de la historia universal. Así, involucrada en los operativos o redadas contra judíos, gitanos, disidentes políticos y otras minorías en Alemania y a lo largo de la Europa ocupada, se le encomendó ubicar y dirigir el traslado de víctimas a los campos de concentración y exterminio creados tras el acceso de Adolfo Hitler al poder. La Gestapo mostró en sus actuaciones un nivel de eficacia muy por encima de la media de cuerpos policiales de otros países de Europa. Y ello se debía a la violencia de sus procedimientos, con vulneración sin límite a los derechos humanos de las víctimas. Finalizada la II Guerra Mundial, sus procedimientos serían replicados por potencias occidentales, en el marco de la Guerra Fría.

Resistencia o lealtades

Un amplio espectro de la población alemana en los años ‘30 y principios de los ’40, apoyó claramente a Adolfo Hitler, merced el bienestar económico logrado por su régimen, impulso a la industria pesada y agroalimentaria y bajo los supuestos consagrados en su libro Mi Lucha, de una hipotética “superioridad aria”, y la doctrina del “Espacio Vital”. Ambos supuestos operaron como coartada para expandir el nazismo en Europa, marcándose la historia del Tercer Reich “ampliamente… por la lealtad y el consentimiento, e incluso por la participación entusiasta de la gran mayoría de los alemanes” [https://www.revistaayer.com].

Ilustres víctimas

Entre las figuras de nombradía que combatieron al régimen nazi, tanto dentro de Alemania, como en los países ocupados por la Alemania nazi, destacan Jean Moulin, creador en Francia del Frente Nacional de la Resistencia, así como su connacional Marc Bloch, historiador y fundador de la revista Los Annales, y miembro de la resistencia francesa; el periodista checo Julius Fucik, militante comunista y quien tuvo oportunidad de legar antes de morir el relato de sus tormentos en libro póstumo Al pie del patíbulo; el pastor danés y dramaturgo Kaj Munk, cuyos escritos antinazis le hicieron blanco de la Gestapo durante la ocupación de Dinamarca, apareciendo su cadáver a poco de su arresto, arrojado en una cuneta cerca de la ciudad de Sikeborg. Y entre las mujeres resalta la activista alemana antinazi Ana Benario, quien fuere esposa del militar y comunista brasileño Luis Carlos Prestes. Anita se vio deportada por el gobierno carioca a su país de origen para morir en 1942, en la cámara de gas instalada dentro del campo de Bernburg. También destaca la familia de la joven judía Ana Frank.

Resistencia interna

Al interior de Alemania se sabe de casos como el de Reinhold Frank, acusado de apoyar el complot contra el Fuhrer el 20 de julio de 1944, así como el del coronel Claus von Stauffenberg, fusilado al día siguiente de hacer estallar infructuosamente un explosivo que por poco le quita la vida a Hitler. Otro caso fue el de Fabian von Schlabrendorff, abogado y militar, quien colocó una bomba en un avión del cual era pasajero y que debía transportar a Hitler el 23 de marzo de 1943; y siendo que la acción se frustró por un cambio a última hora en la agenda del dictador. La suerte no le acompañaría igual cuando tras el complot del 20 de julio, fue detenido por la Gestapo y sometido a brutal tortura sin delatar a sus compañeros. Sobrevivió hasta 1980, cuando murió a la edad de 73 años.

Sinóptico

1992

Juan Gerardi, “Obispo de la Paz”

Este día fue asesinado en San Sebastián (Guatemala) el obispo Juan Gerardi, consecuente denunciante de los actos de violación de derechos humanos ejecutados por el ejército. La actuación pastoral y protectora de indios del padre Gerardi se dio en un contexto irreconciliable de extremismo y protofascismo, viéndose tachado por los factores del poder tradicional, del mismo modo que años antes ocurrió con Oscar Arnulfo Romero, en El Salvador, como “cura incómodo” o “agente de los comunistas”. Y como dato pastoral de su gestión, Gerardi dictaba misa “en el idioma vernáculo de las comunidades de la diócesis, algo inusitado en la cultura de preponderancia blanca de Guatemala” (Wikipedia). En la región del Quiché, donde oficiaba Gerardi, se dieron las más graves violaciones a los DDHH contra comunidades por el ejército guatemalteco. “Gerardi solicitó repetidamente a las fuerzas militares que controlaran sus acciones”. La noche del 26 de abril de 1998 el obispo Gerardi fue asesinado a golpes.

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