Alberto Vargas

@albertovargas30

Mientras unos pocos ricachones se empeñan en destruir la naturaleza para seguir en la vorágine de la autodestrucción por el enriquecimiento desmedido, grandes sectores humildes de la sociedad luchan por preservar la vida y el ecosistema; mientras las naciones imperialistas se empeñan en hacer la guerra para su beneficio los pueblos del mundo se alzan para conquistar la paz; mientras los desamparados –que es la amplia mayoría—obren en la solidaridad y sueñen la igualdad, el Socialismo seguirá siendo el único sistema con que cuenta la humanidad para preservar toda forma de vida.

Por eso, los revolucionarios históricamente y en nuestros días son perseguidos a muerte. Jorge Rodríguez, asesinado por la derecha fascista venezolana, acuñó que el Socialismo se conquista peleando; por su parte, Argimiro Gabaldón, otra víctima de la oligarquía parasitaria, precisó que el camino hacia el Socialismo es duro, pero es el camino.

El rostro de la historia devela que la expansión mercantilista de los viejos imperios europeos dejó a su paso un aproximado de 80 millones de indígenas exterminados tras la invasión española-portuguesa-inglesa. Con este cementerio continental se produjo el proceso de acumulación de capital más vergonzoso y criminal de la historia humana, solo comparable con la tragedia infligida a los ancestros africanos por los esclavistas bárbaros europeos; se estima que 140 millones de africanos de todas las edades fueron cazados como animales.

Desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, hubo más de 200 conflictos armados en los cuales murieron más de 100 millones de personas.

Después de la Segunda Guerra Mundial se desarrollaron 70 conflictos regionales que involucraron a 80 países, con un saldo de 25 millones de víctimas.

Los recursos mal gastados en estas infames guerras pudieron ser utilizados para saciar el hambre y la miseria en el mundo y emprender con vocación el desarrollo integral y equilibrado de los pueblos.

La inviabilidad del capitalismo está atrapada en su propia criminalidad, al provocar brechas insalvables lanzando vidas humanas a lo infrahumano.

Hoy, más de 900 millones de persona padecen hambre crónica. El capitalismo impuso la maldad, la mediocridad, y el interés mezquino y egoísta que se imponen en la conciencia de los grandes dueños y señores de las riquezas.

Ante el depredador Capitalismo salvaje se impone el Socialismo como única alternativa para salvar toda forma de vida en la Tierra. El Socialismo, además de ser un sistema sustentable, es solidaridad, es la unidad de los pueblos, es paz y es amor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!