Néstor Rivero Pérez

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El 16 de enero de 1979 viajó desde Teherán a Marruecos, en condición de exiliado, el Sha Reza Pahlevi, último monarca de Irán. El hecho marcó el triunfo de Revolución Islámica, liderada por el ayatollah Ruhollah Jomeini, quien retornaría dos meses después a su patria, para dar comienzo al definitivo reacomodo de la nación farsi, separándola de la geopolítica estadounidense.

Siglo de tutelas

Los países que integran el Medio Oriente han conocido durante el siglo XX y lo que va del XXI, largos períodos de violencia extrema instigada por potencias occidentales. Las cuantiosas riquezas hidrocarburíferas del subsuelo, en estos territorios, despertó los apetitos de las grandes corporaciones de la energía, que con embajadas, cañones y soborno, establecieron a partir de la I Guerra Mundial un tutelaje neocolonial.

Régimen del Sha

Durante los 38 años de su mandato Reza Pahlevi adelantó una gestión de modernización altamente comprometida con los intereses de las potencias occidentales y el comercio importador iraní. Ello se constataría en 1953 con su decreto de destitución del Primer Ministro Mohammad Mossadeq. Este último, dos años antes había dispuesto la nacionalización del petróleo iraní, colocando a su país a la vanguardia de la región, en lo que respecta a la soberanía sobre sus riquezas naturales. igualmente venía tomando medidas de corte social a favor de las mayorías.

Boicot internacional

El papel del Sha resultó crucial en la imposición de los intereses de las grandes empresas de la energía, en cuanto al control de los recursos hidrocarburíferos de los persas. La destitución de Mossadegh constituyó un golpe de Estado mediante el cual se revirtió el proceso de retoma de soberanía del subsuelo de su país iniciado en 1951.

En el curso de la gestión Mossadegh, la conspiración internacional que llevó a su salida del cargo en 1953, contempló medidas de asfixia económica aplicadas por potencias occidentales, cierre en Irán, de “bancos británicos y exigiendo la devolución de una deuda de un millón de libras y créditos otorgados a los comerciantes iraníes”, así como en el traslado al exterior de depósitos financieros de empresas británicas que operaban en Irán.

República Islámica

Reza Pahlevi, quien se había formado intelectualmente en Francia, organizó en el curso de su largo mandato, numerosas ceremonias oficiales de corte fastuoso y tradicionalista, en un contexto de empobrecimiento de gruesas capas de la población iraní, que se fue agravando en los años finales de su gestión, generando un descontento social que derivó en protestas masivas a partir de 1977 y que desembocaría en su derrocamiento.

Independencia e identidad

Con el regreso del ayatollah Jomeini, para liderar el proceso que constituye la República Islámica de Irán, iniciándose un proceso político y de elevado significado religioso y cultural, a partir del cual la patria del idioma farsi se convierte en una potencia de mediano nivel dentro de la comunidad internacional, de signo antiimperialista, profunda vocación emancipadora y solidaridad con los pueblos del Tercer Mundo, especialmente los que integran la región donde las mayorías profesan el culto de Mahoma.

Hoy

En la actualidad Irán, bajo el liderazgo del ayatolah Alí Jamenei, da pasos definidos dentro de la visión del mundo multipolar que resguarde los reacomodos globales en el marco de la paz. Tanto en el Medio Oriente, como en sus relaciones con otras regiones del globo, Irán sortea amenazas a su soberanía, adelantando una dinámica interna dentro de criterios que auspician instituciones democráticas, tales como el Parlamento y los tribunales, así como la inserción de la mujer en la vida pública y la educación, e igualmente repeliendo en el contexto regional el terrorismo.

Sinóptico

Bolívar “Un ejército único”

1817

Este día, desde Barcelona, el Libertador Simón Bolívar exhorta a los generales Manuel Carlos Piar, José Antonio Páez, Manuel Sedeño, José Tadeo Monagas y Pedro Antonio Zaraza -quienes operaban de modo separado a lo largo del territorio nacional-, formar “un gran ejército único” para cohesionar en un solo cuerpo las divisiones que operaban de modo disperso en el oriente, en Guayana, Casanare, Guárico y Apure. Ello con el objeto de enfrentar victoriosamente las fuerzas realistas comandadas por el español Pablo Morillo. Para exponer las ideas del Libertador, fue comisionado el general Juan Bautista Arismendi quien, tras la liberación de Margarita ostentaba inmenso prestigio por su legendaria resistencia contra el español Pablo Morillo. El Libertador planeaba operar con una gran fuerza, y así, “ocupando los llanos con el gran ejército que debe darnos esta reunión, se verán los españoles en el caso de encerrarse dentro de Caracas o los Valles de Aragua y nosotros podremos obrar libremente en un terreno inmenso abastecido de víveres, y atacarlos…combinando nuestros movimientos y operaciones” (Simón Bolívar, 16 de enero de 1817 / En: Blanco y Azpurúa, Tomo V, Pág. 571)

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