Carlos Batatin

@Defrenteydeperfil

Pensé escribir algo parecido a un balance sobre el comportamiento del coronavirus en el mes que acaba de concluir. Sin embargo, mientras intentaba ordenar e interpretar las cifras oficiales, me llegó un mensaje vía WhatsApp enviado por una amiga y colega periodista del Paraguay, Nilza Benítez.

En el primer párrafo, luego de su bienvenido saludo, me dijo que “esperamos no infectarnos de nuevo. Ya tuvimos Covid-19 el año pasado, pero por fortuna, con síntomas leves todos”.

A ella y a otros colegas de la Patria Grande, la conocí durante mi estancia en la República de Cuba, mientras asistí a un diplomado internacional sobre la vida, obra y pensamiento de José Martí.

Relató que en su país el temor es mucho mayor que antes, porque de acuerdo con sus propias palabras, “ahora la variante originada en Manaos, Brasil, es mucho más mortal. “Ya las autoridades advirtieron que llegó al Paraguay y es doblemente agresivo y letal el virus en su nueva presentación. Así que, al menos los creyentes, nos hemos aferrado a la fe y a la oración para no ser víctimas del Covid-19”.

Durante la conversa a distancia me confesó su decepción porque “no quisieron admitir las donaciones ni compras de China ni Rusia. Y al final, nos quedamos sin vacunas. Ahora empezó la campaña de vacunación a los de primera línea, cuando el sistema ya está colapsado”.

Sus palabras me llegaron al alma, pero allí no quedó todo, al escribirme que “solo deseo que el mal sueño acabe; ni los maestros, los policías, los prestadores de servicios ni los de la tercera edad, ni siquiera saben cuándo les tocará vacunarse. Hay una desorganización y desidia tal, que nos han robado las esperanzas”.

Traté de consolarla.  Le dije que tal vez la vía más expedita era la ayuda internacional en cuanto a la inmunización, y me acordé de naciones muy cercanas y hasta con fronteras comunes, cuando con mucho cariño me respondió: “No dudamos de la ayuda que quieran y puedan darnos las naciones amigas, mi estimado. El problema se origina en la cabeza de chorlito de quien tenemos como presidente de la república, y a quien su grupo de parlamentarios, aliado con la palabra mayor de la mafia paraguaya, lo salvó de un juicio político que bien merecido lo tenía”.

 

 

 

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