Doily Hernandez Marín

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El sí de la Virgen María, madre de Dios y Madre nuestra, es el camino que debemos seguir para fortalecer en sus distintos dogmas y advocaciones nuestra creencia y cercanía con Jesús, su hijo amado.

El amor nos une en torno a la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo, patrona del oriente de Venezuela, de los pescadores, de los guaiqueríes, de la Armada Bolivariana y de muchos lugares donde la veneran con gran amor y fe, porque nuestra virgencita es muy poderosa y hace milagros permanentes.

Se acercan los días donde el pueblo fiel y devoto acude desde distintos rincones del país a pagar promesas por los favores concedidos por la Virgen del Valle, sin distinción y con una fe inquebrantable donde nada ni nadie la podrá opacar.

He visto que ya se organizan actividades para rendirle honores a la Virgen en varios sitios del país y en especial en la población de El Valle donde se encuentra la casa de la virgencita marinera, pero debemos tener en cuenta algo muy importante: “La protagonista es la Virgen del Valle que nos une a todos en torno a su sagrada imagen, cargada de ternura y amor maternal para todos sin exclusión”.

En la sociedad, los cristianos y todas las personas de buena voluntad tienen un recurso más, pueden mirar a María, Madre de Dios, Ella que representa un modelo de mujer y madre por excelencia; ahora bien, también surge un verdadero «identikit» de la Santísima Virgen en el que todos hoy podemos inspirarnos. «Fuente de esperanza y de verdadera alegría». De hecho, María no es solo la Madre de Dios, sino que es también «nuestra Madre».

El papa Francisco en varias ocasiones ha dicho que la Virgen María es “Antídoto contra el individualismo y egoísmo, es fuente de vida, fuente de esperanza y de verdadera alegría” cosa que debemos aplicar, comprender y esforzarnos en ser buenos hijos; no podemos llamarnos “devotos de la Virgen del Valle” cuando practicamos la división, el chisme, la intriga y las descalificaciones, no puedo ser hijo de la Virgen del Valle cuando veo a un necesitado, un enfermo, un desamparado a lado de mi comodidad y no abrir mi corazón a ayudarlo, o peor aun, que tomen el nombre de la virgencita para uso comercial unipersonal y sin hacer una obra de caridad, estos no se llaman hijos de la virgen sino fariseos en la práctica.

El mejor regalo que podemos hacerle a la Virgen del Valle como verdaderos hijos es practicar las obras de caridad y misericordia, no cerrar nuestros corazones al llamado de María la Virgen y aquellos que le cierran o amenazan con cerrar las puertas de los templos a iniciativa de los laicos, les recuerdo que la iglesia somos todos los hombres y mujeres de buena voluntad que peregrinamos en la Tierra. Cerrar una puerta aleja al fiel creyente de participar en las actividades del templo, estamos en un camino sinodal donde el Pontífice ha expresado que “todavía queda mucho camino por recorrer para que la Iglesia viva como un cuerpo, como un verdadero Pueblo”

Seamos alegres, siempre alegres en el Señor.

Que la Virgen del Valle nos bendiga siempre. Amén.

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