Eugenia Russian.

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La población venezolana sufre el impacto ocasionado por las medidas coercitivas unilaterales impuestas por el gobierno de Estados Unidos, que impiden la adquisición de medicinas, alimentos e insumos básicos. En medio de esta situación, nuestro pueblo conmemora 34 años de la conmoción social estremecedora. El llamado Caracazo, 27 y 28 de febrero 1989. Respuesta popular frente a la aplicación de las medidas del Fondo Monetario Internacional, durante el gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, con aumentos de pasajes y reducción de ingresos, sin programa social alguno que pudiese reducir los efectos nocivos sobre la vida de la población, donde se colocó la vida de la gente al servicio de la banca mundial.

La memoria histórica, basada en la verdad, resulta indispensable para discernir con conciencia ética la realidad presente en función de la construcción de la paz. Leonardo Boff analiza: “Las sociedades civilizadas se construyen sobre tres pilares fundamentales: La participación, la cooperación y el respeto a los derechos humanos. Juntas crean el bien común.” Aquel hecho histórico del 27 F, con tantas víctimas mortales directas de la represión, repercutió en la conciencia popular y en la rebelión ética de 1992 de aquellos soldados impregnados del pensamiento y acción del Libertador Simón Bolívar. Y a su vez dio lugar al nacimiento de la Constitución Bolivariana de 1999, preponderando el concepto de la Seguridad de la Nación, corresponsabilidad entre el Estado y Sociedad para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia, participación, paz y afirmación de los derechos humanos.

Desde la espiritualidad liberadora, pese a debilidades y amenazas, la población venezolana intenta avanzar éticamente, superando errores, con conciencia cívico-militar.

 

 

 

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