Néstor Rivero

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El 5 de diciembre de 1821, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar ya muy próximo a partir de Bogotá, para retomar el mando del Ejército en la Campaña del Sur de Nueva Granada y en Ecuador, en la contienda contra la Corona española, envía misiva al vicepresidente Francisco de Paula Santander, quien se quedaba al frente del Poder Ejecutivo de la Gran Colombia, con el propósito de que se asegurase socorro a los militares que habían quedado físicamente incapacitados, como resultado de su intervención en las acciones y batallas de la Guerra de Independencia.

Balance

En el curso de una contienda que habiendo comenzado en 1810, se extendería hasta los primeros meses de 1822 dentro de Nueva Granada, y que prosiguiendo en Ecuador hasta mayo de ese año, para culminar en Perú con la Batalla de Ayacucho el 7 de diciembre de 1824, proyectándose hasta el Alto Perú (Bolivia) con el combate de Tumusla el 1 de abril de 1825, donde fue sometido el último contingente realista de la América Meridional. Así tras quince años de sostenido batallar fueron numerosos los cuerpos de tropas, y la oficialidad, cuyos huesos y cuya sangre habría de dejar sus huellas a lo largo de cada territorio nacional donde hubo combates.

Visión de Bolívar

Ya en octubre de 1817 el Libertador consciente del cuadro calamitoso por el cual atravesaban numerosas familias de soldados y oficiales caídos en combate, o que habían quedado en condición de inválidos hasta entonces, dicta el memorable decreto de Repartición de Bienes Nacionales, a favor de las viudas, huérfanos y militares de acuerdo a su graduación. Se trataba de un programa militar, el del Padre de la Patria, que en toda circunstancia ponderaba, el significado social de la Emancipación, a lo cual debe agregarse su política en materia de abolición de la esclavitud, reiterada a lo largo de su vida pública desde 1816.

Carreño e Infante

Entre los héroes inválidos que perpetuaron su nombre por hazañas en encuentros con el enemigo, destacaron Manuel Antonio Carreño. De este último, quien en la guerra había perdido un brazo, un ojo y caminaba defectuosamente por una lesión en una lesión de una pierna ocurrida en combate, se llegó a decir, a propósito de ser nombrado como miembro de la comitiva que en 1842 fue nombrada, para repatriar los despojos de Libertador que reposaban en Santa Marta, que “los restos de Carreño van a recoger los restos de Bolívar”. Por su parte, el maturinés Leonardo Infante, cuyos méritos y arrojo le hizo obtener el grado de coronel y quien había acompañado al Libertador y al general Juan José Flores en las jornadas de Pasto, donde recibió graves heridas, terminó imposibilitado de seguir con las armas, recibiendo letras de retiro y una pensión, asignándosele como haberes militares, una casa en el barrio San Victorino de Bogotá. Infante, prócer de la Batalla de Boyacá y por tanto, uno de los libertadores de Nueva Granada, terminaría sus días en el patíbulo en 1825, tras un irregular juicio en instigado por el general Santander.

Petición de Bolívar

Y al tanto de las terribles circunstancias que padecían muchos soldados a punto de caer en la indigencia y mendicidad, Bolívar solicita del Vicepresidente que, mediante una circular extensiva a todos los gobernadores de la República que, previo aseguramiento de la verdad en cada caso, dichos militares “(…) fuesen socorridos diariamente siquiera con una ración. Este corto socorro impediría que mendiguen su alimento los que han perdido sus miembros en defensa de la Gran Colombia”.

Sinóptico

1870

Murió Alejandro Dumas

Este día 1870 fallece en Puy (Francia) el escritor Alejandro Dumas, creador de varios de los personajes de aventuras más conocidos de la literatura universal.

Edmond Dantés, Conde de Cagliostro (José Bálsamo), la reina Margarita, y especialmente el mosquetero gasco D’Artagnan, entre otras de sus creaciones, han hecho las delicias de los amantes de historias noveladas y la ficción sustentada en expedientes de la vida real. Junto con los de Agatha Christie, los libros de Dumas han contado hasta hoy con el mayor número de ediciones y traducciones en todas las lenguas.

Para elaborar sus novelas Dumas se adentraba en archivos de tribunales, notarías y bibliotecas para hurgar en expedientes y memoriales, en busca de sucesos con mérito para ser narrados. Su libro El Conde de Montecristo le requirió largas semanas de revisión de expedientes en tribunales galos sobre casos de condenados, además de recopilación de datos sobre hechos históricos como los conflictos entre Europa y el Egipto de Mehmet Alí durante la tercera década del siglo XIX. Del mismo modo, tras pasar meses leyendo sobre mosqueteros y maestros de esgrima, se tropezó con una carpeta contentiva de unas memorias suscritas por Saudras de Courtilz, sobre la vida de Carlos Baatz D´Artagnan, capitán-teniente del cuerpo de mosqueteros del rey Luis XIII. Dichas memorias le sirvieron de fuente para su obra Los tres mosqueteros.

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