Néstor Rivero Pérez

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El 7 de enero de 1822, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar, desde su cuartel general de Cali, dirigió una epístola al vicepresidente Francisco de Paula Santander en Bogotá, mediante la cual expuso el conjunto de obstáculos que confrontaba para liberar los territorios neogranadinos de Patia y Pasto, así como el Departamento de Quito (actual Ecuador), en lo que la historia conoce como Campaña del Sur.

El audaz Mourgeon

El primer contratiempo a que se refiere el Libertador es el arribo a Quito del jefe español Juan de la Cruz Mourgeon y Achet, quien proveniente de Panamá y tras desembarcar en Esmeralda, “con 600 u 800 hombres” marcha a Quito. El propio Libertador admite un anterior equívoco suyo, cuando reconoce que si bien “Ya se sabía en esta región (Antioquia), la llegada de Mourgeon, yo no la había creído”. El héroe caraqueño había partido del supuesto según el cual los enemigos, una vez liberado Guayaquil, carecían de capacidad para reforzar su presencia en Quito a comienzos de 1822, siendo que por entonces mantenían control sobre la cordillera peruana al sur, del castillo de Puerto Cabello en Venezuela, e igualmente contando con los remanentes de fuerzas desplazadas del Istmo de Panamá tras la declaratoria de Independencia de esta circunscripción el 28 de noviembre anterior. Y Bolívar dejó constancia de los méritos del capitán general enemigo “Mourgeon parece audaz y activo cuando ha hecho el delirio de venirse a Quito en estas circunstancias, sabiendo que yo vengo con un grande ejército”.

Trance en el Guaitara

En esta epístola del 7 de enero el Padre de la Patria da gran importancia a dos factores adversos en la campaña: la hostilidad del paisaje y la deserción de tropas recién reclutadas. Respecto al primer punto observará Bolívar que los principales ríos de la región, el Juanambú y el Guaitara, constituían “obstáculos difíciles y peligrosos” para el paso del Ejército, el ganado y equipamientos, estimando que tras pasar el Guaitara dispondría de 3 mil “hombres contando con fortuna, porque debe Ud saber que este clima es abominable”. En esta comunicación, a poco de iniciar sus desplazamientos para dar combate a los enemigos, Bolívar aún desconocía la bravura de los voluntarios pastusos monarquistas fanáticos que se sumaron a la fuerza enemiga, y que bajo la conducción de Benito Remigio Boves, sobrino del extinto caudillo realista José Tomás Boves de los llanos de Venezuela, preferían lanzarse entre los riscos que cubren el acceso a Pasto, antes que rendirse. Este nuevo tipo de enemigos dará mucho quehacer en los siguientes dos años al Libertador, Bartolomé Salom, Antonio José de Sucre y Juan José Flores, hasta que finalmente Pasto sea tomada a sangre y fuego. Y Benito Boves escape hacia el Amazonas brasileño, desapareciendo sus pistas en la historia.

¿Arriesgar la República?

El Padre de la Patria está consciente del reto que significa enfrentar los 3 mil hombres de que dispone contra los cuatro mil que obedecen a Mourgeon, aun con el auxilio de las tropas al mando del general Sucre. Liberar el territorio había sido el designio que le animó a avanzar de Bogotá rumbo a Pasto, para seguir de aquí hasta Quito. Y las dudas del Libertador respondían al corte de comunicación terrestre directa entre su cuartel general en Cali, con el de Sucre en Guayaquil, por cuanto de por medio estaba la franja de Quito dominada por los realistas. Por ello escribirá “mucho temo que después de grandes sacrificios y tanto alboroto, yo no me atreva a exponer la suerte de la República (Gran Colombia)”. Y el sentido de tales ideas atendía a la posibilidad de que tras una derrota en el campo de batalla y eventual pérdida del ejército del Sur, quedarían abiertas las puertas para una acometida militar de los españoles a gran escala contra Bogotá y el resto de la Gran Colombia.

Hábiles maniobras

En todo caso el desenvolvimiento de Sucre entre Guayaquil y Quito durante los primeros meses de 1822, así como los desplazamientos del Padre de la Patria en una región hostil, aunado ello a una diplomacia de acercamiento al clero y sectores del comercio, sellarán, entre abril y mayo de aquel año, los triunfos de Bomboná y Pichincha, y, con ellos, la Independencia de Ecuador.

Sinóptico

1610

Galileo y la teoría heliocéntrica

Este día el astrónomo Galileo Galilei, primer ser humano conocido en apuntar con el telescopio los espacios siderales, pudo comprobar tras detenida observación, que las lunas de Júpiter giraban en torno a dicho planeta, y no alrededor de la Tierra. Ello desmentía los antiguos dogmas tolemaicos, confirmando la teoría heliocéntrica postulada por Nicolás Copérnico. Los expertos de la Iglesia basados en una interpretación de las Sagradas Escrituras -según la cual la Tierra había sido escogida por el Creador como centro del Universo-, apuntalaban la doctrina de Claudio Ptolomeo, quien mil años antes había postulado la posición estática de la Tierra y a cuyo alrededor giraban todos los astros del cielo.

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