José Gregorio Hernández y su servicio liberador

Eugenia Russian

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En este tiempo de resistencia, frente a los ataques bacteriológicos y con medidas coercitivas unilaterales impuestas a nuestra patria, la espiritualidad popular se refuerza e irradia globalmente, con el testimonio de vida de José Gregorio Hernández. Vida que conjuga la profesión con la misión de cuidar de la fragilidad humana, como servicio solidario en especial frente a los más necesitados. Testimonio que enfrenta tendencias egoístas, de aprovecharse de la debilidad del prójimo, como lo hace el neoliberalismo, sistema opresor que mercantiliza con la vida de los seres humanos.

El testimonio de una abuela en La Pastora, Caracas, cuenta: “El Dr. Hernández no era un profesional de esos que le miran a uno y secamente le dicen que compre esto o aquello; era un amigo y su sonrisa invitaba a vivir y a sanar”. Tenía horas de consulta gratis a los pobres y les proporcionaba los medios para comprar medicinas. Cuando sobrevino el Bloqueo en 1902, dio su nombre para empuñar las armas, si fuese necesario. Le oían decir sus discípulos: “El trabajo es la forma no solo de ganar el pan cada día. Es también el modo de mantener las fuerzas ocupadas, de evitar la ociosidad y de hacer algo por nuestra patria”. (El Médico de los Pobres. Ed. San Pablo. 2010).

José Gregorio Hernández fallece el 29/6/1919, cuando se dirigía a atender a una paciente, y a 104 años de su legado convoca a continuar la misión de servir y llevar con alegría y gratuidad la defensa de la vida. Las comunidades cristianas afines a la teología de la liberación, toman en cuenta esta perspectiva popular del médico de los pobres y llaman a continuar resistiendo y contribuyendo a servir desde la ética y el compromiso con los más vulnerables.

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