Pedro Estacio

@Urgentess

Si bien particularmente tengo identificación con muchos planteamientos que siguen esa línea del filósofo caraqueño Samuel Robinson, ampliamente conocido por los venezolanos como Simón Rodríguez y muy específicamente con eso de que no hay hombre que nazca sabio ni condenado a la absoluta ignorancia, y que además esté claro en que o inventamos o erramos, parece que hoy tenemos un tiempo muy adecuado para el periodismo y la comunicación.

Importantísimo lo que plantea el camarada Octavio Beaumont relacionado con la calidad de la enseñanza en las escuelas de Comunicación Social de este fabuloso país, y lo es porque apunta hacia el fuego interno de la Revolución Bolivariana, que no es otro que cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, como debe ser, en esas escuelas.

Ese cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, es como el ímpetu del fuego volcánico que arrastra y limpia todo cuanto está a su alcance, y luego, al enfriar, facilitar con su propia riqueza la creación de lo nuevo.  Estoy consciente que a unos cuantos no les gusta, temen perder con lo desconocido que pueda venir.

Tal realidad acontece en todas las áreas porque la Revolución Bolivariana no llegó para cambiar los maniquíes que suelen adornar las tiendas de ropa e imponer una nueva moda. La revolución tiene qué ver con los seres humanos, con su organización y con el propósito de hacer un mejor estilo de producción y de vivir en la sociedad, asunto que el Comandante Hugo Chávez tenía muy claro.

Definitivamente hay que ir al mundo cercano de la comunicación y el periodismo  al cual pertenezco y me he movido desde hace tiempo. Solo le recuerdo a los lectores de Diario VEA, que no debemos seguir errando y que hoy el tiempo es para ser creativos.

Si revisamos la radio y la televisión que se hace en Venezuela, nos encontramos con un medio siglo de repetición de lo mismo; como dicen por allí, de un llover sobre mojado. Esos medios de comunicación no han servido para orientar, educar a las mayorías, sorprender a la ciudadanía, generar curiosidad en las personas y deleitar al ser humano, amén de que esos medios deben llevar a conocimiento de la sociedad la real gestión de lo que hace el gobierno y los privados.

La radio y la televisión han venido repitiendo lo que ha sido hecho hace unos 50 o más años. Es más, la falta de creatividad ha sido tal, que una ligera revisión en televisión, nos permitirá ver el patrón transnacional que rige en ellos hoy día y que la clase pudiente, sus propietarios, no han querido cambiar para nada.  Solo hay que revisar las programaciones y se darán cuenta de que todo viene de afuera, y por supuesto, en un esquema que pareciera tener sello nacional. Claro, hay sus excepciones, pero los medios deben ser transformados porque no están llevando crecimiento a las comunidades, a la sociedad en general.

El respetado Freddy Melo, en su libro Reforma y Revolución, escribe en su artículo ¡Viva la verdad!, que “Atrapados en la mentira cuyo núcleo construyeron cuando avizoraron que con Chávez comenzaría a movérseles la tierra bajo los pies, la oligarquía vernácula y sus mandantes de Washington no encuentran otro camino que seguir chapoteando en ese fango, sobre el cual no es dable construir nada sólido y en el que lucen destinados a hundirse definitivamente”.

Por supuesto ese fango en el que chapotean los empresarios y oligarcas está en su esencia eminentemente capitalista, que se aprecia en lo transnacional. La radio y la televisión son un espejo invariable tras el que se esconden.

¿Por qué las escuelas de Comunicación Social no orientan a sus estudiantes a que analicen cada día y en todas sus áreas los diversos programas de las emisoras de radios y estaciones de televisión?

La Revolución Bolivariana con su líder Nicolás Maduro, viene planteando que hay que cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, y en materia de comunicación e información, parece que debe ser otra área muy válida para la transformación. Todo parece indicar que allí debe haber un diálogo bastante profundo.

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