Néstor Rivero Pérez

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El 29 de septiembre en 1547 nació en Alcalá de Henares (al este de Madrid), Miguel de Cervantes, cuya obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha ofrece una visión de cambio del mundo mediante acción consciente y en combate contra la injusticia. Se trata del “héroe” por excelencia quien sin embargo es presentado por el autor como un común como mortal, sorprendiendo al lector cuando aventura sus huesos de más de sesenta años sobre un caballo, para deshacer entuertos por el mundo. Ante un ejemplar del libro en 1830 el Libertador Simón Bolívar dijo a su amigo Joaquín de Mier “Aquí tiene Ud el mundo como debiera ser”.

¿Día exacto?

Si bien no hay documento que certifique el día exacto del alumbramiento, numerosos biógrafos se apoyan en la costumbre para sostener que fue el 29 de septiembre. Durante siglos fue usual en la muy católica Península Ibérica “imponer al recién nacido el nombre del santo del día en que vino al mundo”. De otra parte, “Miguel” epónimo de San Miguel Arcángel, cuyo día es el 29 de septiembre, no es nombre que aparezca en los ascendientes, parentela ni padrinos del inmortal letrado.

Don Quijote

El significado central de la obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha radica en la universalidad humanista de su personaje central Alonso Quijano, resuelto a correr con claro discernimiento los riesgos de la transformación del mundo, retando con su desenvolvimiento virtuoso y tutelar de caballero a favor de las víctimas de otro. Hay quienes resaltan el contraste de perfiles entre don Quijano y Sancho Panza; otros privilegian el componente humorístico del libro.

El Quijote de América

El crítico Francisco de Villena y Garrido examinó las ideas que respecto al parentesco espiritual entre Simón Bolívar y el Quijote de la Mancha expuso el escritor Miguel de Unamuno, quien, según De Villena “nacionaliza a Bolívar en la hispanidad como gloria de su tierra y de su raza. El error español antes de Unamuno —y tal vez después también— es no haber incorporado al caraqueño en su rico patrimonio humano. Unamuno se atrevió a hacerlo ya que dijo que poseía un alma que enriqueció el alma española, el alma eterna de la España inmortal, y de la humanidad con ella. La admiración que le causa Bolívar le lleva a identificar a Bolívar con el hombre español, con un Quijote de la América Hispana libertada. Señalando al caraqueño como uno de los más grandes héroes en que ha encarnado el alma inmortal de la Hispania máxima, miembro espiritual sin el que la humanidad quedaría incompleta. Al final del artículo «El Quijote y Bolívar», Unamuno vuelve a su recurrente idea de la gran Hispania, insistiendo en la necesidad de conocerse entre sí: «Porque no es solo que en España se conozca poco y mal a la América Latina, y que en ésta se conozca no mucho ni muy bien a España, sino que sospecho que las repúblicas hispanoamericanas, desde Méjico a la Argentina, se conocen muy superficialmente entre sí”
(Francisco Villena Garrido, Unamuno Y Bolívar: Invención de un pasado / Fuente: https://rua.ua.es)

Sinóptico

Miguel Peña

1781

Este día nace en Valencia (Carabobo) Miguel Francisco Peña Páez, valeroso prócer civil de la Gesta Emancipadora, y litigante con destacada y a veces controversial actuación en los sucesos que definieron el rumbo político de Venezuela tras culminar la contienda contra la Corona española.

Miguel Peña había recibido el título de abogado de la Universidad Real y Pontificia de Caracas. En 1811 Peña ejercerá un derecho de palabra ante el Congreso de la I República, mediante el cual da suficientes razones para que se declare la Independencia. Al año siguiente será designado Gobernador de La Guaira por el Generalísimo Francisco de Miranda, ejerciendo dicho cargo hasta la madrugada del 30 de julio de ese año, cuando, tras la Capitulación de San Mateo, el puerto pasa al control del realista Domingo de Monteverde.

En 1816 habrá de empuñar la lanza junto a otros abogados que por entonces se guarecieron en el campamento de El Yagual (Apure) a las órdenes del entonces coronel José Antonio Páez.

Para 1826, ya constituida la Gran Colombia, Miguel Peña presidía la Alta Corte de la Gran Colombia, viéndose compelido a enfrentar la errática gestión vicepresidencial que en Bogotá adelantaba el General Francisco de Paula Santander en lo concerniente al juicio de Leonardo Infante, quien terminó siendo fusilado ese mismo año por presiones del vicepresidente. Tras el fusilamiento de Infante, Peña renuncia a su cargo y se viene a Venezuela, donde se la verá atizando el separatismo de la Cosiata.

Peña será figura central dentro del Congreso de Valencia de 1830 que decide la separación de Venezuela de la Gran Colombia. En esbozo biográfico sobre el personaje, el Apóstol cubano José Martí, publicado el 1° de julio de 1881, se referirá al rencor de Peña como “iras mal sujetas”.

Ejerciendo como abogado, Miguel Peña permanece en Valencia hasta su muerte el 8 de febrero de 1833.

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