Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 3 de septiembre de 1817 Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República dictó, en su cuartel general de la Antigua Guayana, su decreto sobre “Secuestro y Confiscación de Propiedades Raíces y Bienes Muebles Pertenecientes a los Realistas Emigrados”.

“Viudas y huérfanos”

Dicho acto administrativo constituye el primer antecedente de Estado en la política de redistribución y reparto de tierras, bienes e inmuebles de la historia republicana, y que se plasmará en el célebre “Decreto sobre Reparto de Bienes Nacionales a favor de los soldados de la Guerra de Independencia, viudas y huérfanos”, dado el 10 de octubre del mismo año. Entre las medidas con fuerza de ley -unas diez en total- por esos mismos días, destacan el decreto que establece los tribunales de secuestro, otro referido a la Comisión para el Reparto de Bienes Nacionales y, especialmente, el que dispone los términos de dicha repartición.

Hidalgo-Artigas y Francia

Con el inicio del régimen colonial en Venezuela, las autoridades nombradas por la Corona adelantaron una política de repartimiento de tierras a favor de los españoles que se asentaban en el Nuevo Mundo y sus descendientes, acompañándola del sistema de la encomienda de grupos de indios, a nombre de dichos beneficiarios de la merced real, lo que les proveía de mano de obra semiesclava. Así, los repartos del régimen colonial despojaron de su suelo a los originales propietarios, los aborígenes, para asignarla en titularidad a conquistadores, colonizadores y sus descendientes. Será a partir de 1810, con el inicio de la Independencia suramericana cuando, con el padre Miguel Hidalgo en México, José G. Artigas en Uruguay, y, especialmente en Paraguay a partir de 1814, con Gaspar Rodríguez de Francia y sus “Estancias de la Patria”, cuando comience una política de empoderamiento de la plebe agraria respecto a las tierras productivas.

Confiscaciones

Con estos antecedentes de política agraria continental, y de los cuales seguramente el Libertador debió tener alguna información, el héroe caraqueño, quien ya en 1816 había decretado en Carúpano y Ocumare la abolición de la esclavitud, se planteó el primer acto de justicia respecto a la necesidad de romper de algún modo el gran latifundio, para agraciar con una porción de tierras productivas a quienes, habiendo combatido por la emancipación permanecían sin heredad, tras concluir hostilidades. Y esta visión, aunque restringida a la propiedad confiscada a los realistas, iba a contracorriente del pensamiento liberal económico imperante en el bando patriota, bien que respondiese al derecho de represalia.

Reparticiones

Si bien Boves dio el Bando de Guayabal a fines de 1813, cuyos efectos prácticos poseen elementos de una incipiente política de reparto de tierras y bienes muebles, al llegar a Caracas dejó sin confirmación el significado jurídico de dichas actuaciones, cuando nombra o ratifica para altos cargos de la Real Hacienda y Audiencia, a connotados terratenientes realistas como Antonio Fernández de León. Así, la política de Bolívar, si bien moderada respecto a lo que en otras latitudes de la América hispana intentaron otros caudillos de la emancipación, apuntaba a la dotación de los grupos desasistidos.

Ley de Tierras

Según el artículo 7 de la vigente Ley de Tierras, promulgada por el comandante Hugo Chávez en 2001, se considera como latifundio toda “porción de terreno rural ociosa o inculta que exceda de 5 mil hectáreas”. Dicho tope constituye un vuelco que imperó desde tiempos de la Colonia, y la República agraria, hasta bien avanzado el siglo XX, cuando algunos hatos o haciendas abarcaban decenas de miles de hectáreas. Y esta política reformadora, con adversarios poderosos que incluso ocurren al expediente del homicidio y golpes de Estado, tiene como antecedente los decretos del Libertador Simón Bolívar de 1817.

Sinóptico

2003

1ra edición del Diario VEA

Este día circuló la primera edición impresa de VEA. Por entonces el país carecía de un órgano impreso que confrontase la desinformación y distorsiones de los medios tradicionales aliados a las oligarquías partidocráticas y el imperialismo, y que proyectase las políticas públicas impulsadas por el Presidente Hugo Chávez Frías, y que a su vez operase como caja de resonancia del sentir popular. El campo revolucionario comenzó a ver con nitidez la necesidad de un órgano impreso con capacidad de contrarrestar el mensaje desestabilizador de los medios de la reacción. Y tal fue la labor que asumió, hasta su muerte, Guillermo García Ponce, militante de izquierda, escritor y consecuente periodista cercano al Presidente Chávez. En los años ’60, García Ponce en el marco de la lucha armada, ocupó la comandancia de las FALN. Autor de libros como Las armas en la Guerra de Independencia, el director-fundador de VEA integró en 1999 la Asamblea Nacional Constituyente. En VEA han encontrado cabida las más diversas opiniones del campo progresista, antiimperialista y popular venezolano e internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!