Néstor Rivero Pérez

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El 30 de enero de 1818, el Libertador Simón Bolívar y el general José Antonio Páez se encontraron y reunieron por primera vez en el hato Cañafístola, cerca de San Juan de Payara (Apure).

Plan de Bolívar

La cita tendría consecuencias decisivas en la Guerra de Independencia, pues significaba un avance indiscutible en la lucha contra los españoles y respecto a la unidad orgánica de las fuerzas republicanas que obedecían la autoridad directa del héroe caraqueño, a las que se sumaban la caballería del centauro, que por entonces agrupaba más de mil quinientos lanceros. Desde mediados de 1817 y luego de culminar la liberación de Guayana con la toma de Angostura, en agosto de ese año, el Libertador venía ideando la unidad de las fuerzas patriotas -que hasta entonces operaban en distintas regiones, cada cual al arbitrio de oficiales que actuaban por su cuenta y sin atenerse a un plan de operaciones nacional ni autoridad única- en un solo ejército. Y ello era consecuencia de las dramáticas derrotas propinadas a los independientes, por José Tomás Boves en 1814 y Pablo Morillo entre 1815 y 1816. Así, tras la toma de Angostura y luego de afirmarse como jefe supremo de las fuerzas que reconstituían la República, el Libertador inició los preparativos para llevar la guerra al centro de Venezuela, remontando el Orinoco y por vía de los llanos buscar a Morillo y dar una batalla que definiese el destino del territorio.

La Hogaza

Incansable en la consecución de sus propósitos,  el Libertador partió de Angostura el 21 de noviembre de 1817 para entrevistarse con José Antonio Páez. Sin embargo, apenas iniciada su marcha, Bolívar se entera de la derrota de su lugarteniente Pedro A. Zaraza, quien en La Hogaza, al sureste de Guárico y adyacencias del Orinoco, es derrotado por el realista Miguel De la Torre. De este modo el jefe supremo debe regresar a Angostura para reordenar planes y encontrar nuevos refuerzos ante la imprevista pérdida.

Bolívar y Páez

El 30 de diciembre Bolívar reemprende su marcha, para encontrarse con José Antonio Páez, del lado de la ribera apureña del Orinoco. Del encuentro ha quedado testimonio. Daniel Florencio O’Leary da una descripción de Páez: “Como jefe de guerrilla era sin igual. Arrojado, valiente, fecundo en ardides… era tanto más temible cuanto menor la fuerza que mandaba (…) Logró adquirir sobre los llaneros un influjo extraordinario” (Memorias). Y, sobre el héroe caraqueño Páez escribirá en su Autobiografía: “Estaba Bolívar en lo más florido de sus años”, y que con él venía el arte de la guerra de que carecían los llaneros, quienes sumaban a la causa republicana su fuerza física y coraje.

Consecuencias

Acostumbrado Páez desde 1815 a hacer la guerra en el llano sin obedecer a ningún superior, no le era cómodo acatar la autoridad del Libertador, pero por entonces la aceptó. Del encuentro entre ambos jefes se desprendieron consecuencias benéficas. Una, el mutuo conocimiento en Apure, de soldados de distinta procedencia: Irlandeses, neogranadinos, orientales, caraqueños, guayaneses y llaneros. Otra, la de habituar a la tropa llanera a largas travesías. Otra consecuencia fue la derrota propinada por Bolívar y Páez a Pablo Morillo el 12 de febrero de 1818, en Calabozo, hecho que por poco no liberó definitivamente a Venezuela.

Sinóptico

1948

Mahatma Gandhi: “La paz es el camino”

Este día cayó abaleado por un fanático en Nueva Delhi, Mahatma Gandhi, padre del movimiento de la No Violencia e inspirador de las movilizaciones que en agosto del año anterior hicieron posible la obtención de la independencia de India. El físico Albert Einstein calificó a Gandhi como “el más grande hombre que hubiese existido”. Gandhi es una palabra que significa “Alma grande”. Este nombre lo recibió de sus primeros seguidores en su prédica de resistencia pasiva a las leyes y actos injustos. Habiendo nacido Gandhi en 1869, su madre le inculcará hábitos de tolerancia y de “no hacer daño a ningún ser viviente y ayunar para purificarse”. Alejado de los procedimientos revolucionarios violentos, Gandhi combinaba elementos del cristianismo, tesis de reforma social pacífica liderada en Rusia por Leon Tolstoi, y tradiciones ancestrales de su país. Gandhi configuró la expresión según la cual “No hay camino para la paz: La paz es el camino”. Su asesino, Nathuran Gotze, integrante de un grupo extremista, se acercó ese día 30 de enero de 1948, en Nueva Delhi, a la figura de Gandhi, quien recién concluía su diaria sesión de plegarias -como era su costumbre- y extrajo de su vestimenta un arma, disparando al cuerpo de Gandhi. Días atrás Gandhi había cesado un largo ayuno, mediante el cual elevaba sus plegarias en pro de que se calmasen las pugnas entre los grupos religiosos antagónicos, que en India, por tratarse de un país muy poblado, congregan muchos de ellos inmensas masas de seguidores. Su última expresión fue “¡Hey, Rama!” que algunos han entendido como “Te perdono” dirigidas a su matador.

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