Néstor Rivero Pérez

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El 5 de diciembre de 1813 se escenificó en la sabana de Araure (Portuguesa), una de las batallas donde el genio militar del Libertador Simón Bolívar, brilló a plenitud. Con 2 mil quinientos hombres enfrenta al realista Ceballos, que comandaba tres mil soldados y tenía control del terreno.

Antes de Araure

Tras llegar a Caracas en agosto de 1813 y culminar su sorprendente Campaña Admirable, Bolívar se regresa a reforzar posiciones en el centro-occidente, previendo un rebrote de los realistas, y estableciendo un triángulo de operaciones entre Valencia, Puerto Cabello y Barquisimeto. Sale de esta última capital hacia San Carlos, sosteniendo una escaramuza el 2 de diciembre en el paso del río Cojedes. El 4 fija su cuartel general a una legua de la Villa de Araure. El enemigo siguió el mismo destino, colocándose “en las alturas, detrás del Araure”.

 

Los mandos

Bolívar asume el comando de la operación hasta en sus detalles, y nombra a Manuel Manrique, jefe de la vanguardia; para comandar el centro, a su sobrino Florencio Palacios; al frente de la retaguardia a Manuel Villapol y a J. M. Ortega; y la reserva al mando de Vicente Campo Elías. Ellos habían cultivado la capacidad de coordinar el desplazamiento de sus cuerpos y el momento oportuno para arrojarse sobre el flanco más débil del adversario. La batalla fue un duelo colectivo de sables, bayonetas y lanzas, destacando desde el primer momento el entonces denominado Batallón Sin Nombre.

Espada en mano

Vista la indecisión en un momento de la recia jornada y ante una acción envolvente del realista Yánez (Naña) con su caballería, el Libertador, seguido de la escolta y la espada desenvainada, se arroja sobre la caballería enemiga, consiguiendo la emulación de los cuerpos que le siguen y que estos, para asegurarle protección, alanceen a “más de 500 jinetes del terrible Ñaña”.

Bolívar se expone

Antes de la Batalla de Araure, en el curso de la acción de armas del 10 de noviembre de 1813, en Tierritas Blancas (Barquisimeto), uno de los batallones republicanos entendió de modo equívoco una orden y abandonó de modo precipitado el campo, terminando en derrota la jornada para los independientes, encuentro este que debía haber concluido en victoria. Bolívar, indignado por lo acontecido, despojó de su banderín al referido cuerpo, que pasó a denominarse “Batallón sin Nombre”.

Vencedores de Araure

El pundonor de los soldados que defienden el ideal de patria y quienes se saben dirigidos por un jefe que les conduce al triunfo, hizo que el cuerpo sancionado mostrara el 5 de diciembre, el equívoco respecto a aquella jornada, pues en Araure, en medio del fuego enemigo, asumieron las posiciones de mayor riesgo y con intrepidez se abalanzaron a desbaratar y acuchillar a la tropa realista, la cual al decir de un participante, “se disipó como el humo”.

Bajo el fuego de la artillería enemiga”

“Sobre los fuegos de la artillería enemiga se formó el ejército patriota, cuya línea de batalla mandó el general Urdaneta (…) la izquierda la mandó el coronel Vicente Campo Elías; la del centro el coronel Manuel Villapol; la derecha el coronel Florencio Palacios, y la caballería el coronel Luis M. Rivas Dávila (…) A tres mil hombres quedó reducido el ejército patriota después del lamentable suceso de los Valerosos Cazadores. Tal era la situación cuando el Libertador acompañado de sus edecanes y Estado Mayor recorrió la línea bajo el incesante fuego de la artillería enemiga, dirigiendo a la tropa y jefes, aquellas palabras de fuego con que sabía inflamar el pecho de los guerreros” [Relato sobre la Batalla de Araure / En: Colección Blanco y Azpurúa, Tomo 5, pág 24].

Sinóptico

2013

Joselo

Este día murió en Caracas José Díaz Márquez, quien se dio a conocer con su nombre artístico de “Joselo”, como el más característico de los actores cómicos en la historia de la televisión venezolana. Francisco Pimentel, Ana Teresa Guinand y Rafael Guinand, se encuentran entre quienes en las primeras décadas del siglo XX incursionaron en la naciente industria radial, para hacer llegar al público parlamentos que daban vuelo a la imaginación de los usuarios con ocurrencias que intercalaban el ambiente nativo, coloquial y de vecindario, con escenas pintorescas y de humor, excitando en los usuarios raptos de hilaridad.

Se trataba de cuadros vocalizados que transmitían con ingenio costumbres de ingenua picardía, chanzas recogidas al paso de generaciones y que bullían en los pasillos y caserones de las parroquias capitalinas. Habiendo intervenido en espacios de televisoras privadas, Joselo se consagró por varias décadas como figura estelar de Venezolana de Televisión.

Con caracterizaciones como la del “Dr. Chimbín”, o representando con gracejo a pordioseros, expresidentes y figuras de la vida pública venezolana, Joselo supo penetrar por cerca de cuarenta años en la fibra emocional de la población venezolana, que le brindó su fervor hasta sus últimas apariciones televisivas.

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