VEA / Yuleidys Hernández Toledo

Hace un mes había comenzado a redactar este artículo, pero por una u otra cosa lo fui dejando en el tintero. Un nuevo episodio de injusticia, de los que más adelante relataré, me hizo retomarlo, y creo que nada mejor que salga este marzo, donde los chavistas sentimos y tenemos el verbo del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, más vivo que nunca, con motivo de conmemorarse 10 años de su siembra.

Hay una frase pronunciada recientemente por el jefe de Estado, Nicolás Maduro, que no deja de resonar en mi mente, referente a la condena que manifestó contra quienes llegan a un cargo «y se vanaglorian de un liderazgo caudillesco, unipersonal, egocéntrico» para luego destacar que de ese comportamiento a «un liderazgo corrupto hay un pasito». Esta afirmación la hizo durante su intervención en el noveno aniversario del programa Con el mazo dando, celebrado el 15 de febrero.

Esta frase no deja de darme vueltas en la cabeza porque lamentablemente en algunas instancias vinculadas a la Revolución se están viendo estas prácticas, vicios muy parecidos al comportamiento que tenían los adecos, copeyanos y sus derivados: Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo, entre otros. Y vale acotar que muchas veces el comportamiento no es de las autoridades sino de los equipos que las acompañan. ¿Será que algunos deben revisar mejor su equipo de trabajo?

Les cuento una anécdota. En mis inicios en el ejercicio periodístico una de las primeras fuentes que cubrí, además de Presidencia y la Asamblea Nacional, fueron partidos de oposición. Cada vez que iba a la pauta de este último sector solía sentirme mal porque al llegar con ropa humilde, tez morena y cabello que no es ni liso ni rulo, personeros vinculados a este sector me veían de arriba a abajo, como si oliera mal. Era el año 2010. Trabajaba en la entonces Agencia Bolivariana de Noticias, ABN, hoy Agencia Venezolana de Noticias, AVN.

Recuerdo que una colega de un medio de derecha, en una de las pautas celebrada por la extinta Mesa de la Unidad Democrática, por una sede de El Bosque, me comentó un día, después de haberme visto en varias ruedas de prensa: «Me sorprende tu comportamiento, eres una de las pocas periodistas chavistas que veo que eres culta, y con quien se puede sostener una conversación fluida y nada panfletaria».  

Nunca olvidaré cuando en aquellos años tuve que cubrir una fiesta de aniversario de Copei. Tenía para entonces unos 22 años, y llegaban personeros de la IV República de la tolda verde en carros de lujo, algunos empresarios con escolta y, con todas las ínfulas, viendo a los demás como menos.

Bueno, esa práctica tan nefasta, tan cuartorrepublicana, la están repitiendo algunos personeros que dicen ser chavistas, que jamás entendieron o creyeron en el Comandante Eterno Hugo Chávez, porque si alguien practicó la humildad fue el oriundo de Barinas. Lo lamentable es que se está reflejando sobre todo en un sector juvenil y adulto que no supera los 50 años.

Les pongo varios ejemplos. Un día supe de un periodista que llegó a su redacción muy molesto. A pesar de sus 30 años de experiencia, lo habían sacado de una rueda de prensa porque hizo una pregunta a un ministro en el último momento. Según quienes lo desalojaron, había afectado la transmisión por redes digitales en vivo. Cuando su jefe llamó al responsable de prensa de esa institución para saber qué había pasado lo primero que dijo fue: Ahh, no estoy para chisme, y acto seguido sacó en cara su currículum; aseguraba que había pasado por organismos del alto gobierno. Supe luego que llamó al jefe del colega maltratado para ofrecer disculpas.

El año pasado el jefe de prensa de un gobernador telefoneó a otro colega, no sin antes mencionar a fulano y sutano. Para decirlo en criollo «chapeo por delante», para reclamarle porqué no publica sus notas de prensa y que cuando mencionaban al dirigente lo hacían citando otras fuentes, que vale mencionar son cercanas al Gobierno. Se le aclaró que los trabajos que hace esa gobernación se reflejan, pero que los datos son tomamos por redes porque ellos mandan las notas con retraso. Más nunca escribió. Las informaciones de su jefe siguen saliendo, informa el periodista amigo.

Esta situación de «chapeo» está ocurriendo con frecuencia en algunas áreas comunicacionales de ministerios e instituciones. Quizás obedezca a que en algunos lugares están colocando como jefes o directores de comunicaciones a personas que no son profesionales de carrera sino a amigos o personal de confianza de las autoridades, y quizás no se enteran del «chapeo» constante que sus subordinados hacen aguas abajo.

La frase de Maduro también me hizo recordar un trabajo que tuve hace ya casi 10 años. El jefe de protocolo de un ministro tenía un carro asignado y cada vez que se iba de viaje chapeaba y chapeaba. Me pregunto si alguna vez el entonces ministro se habría enterado de esa práctica.

Hace un mes, un amigo que trabaja como vigilante en una instancia privada afín a la Revolución me contó que parte de los espacios de ese lugar fueron alquilados a alguien que se declara chavista. Al parecer, esto le hacía pensar tener el poder para atropellarlo, a tal punto que intimidó al humilde trabajador hasta hacerlo renunciar.

Lo cumbre del caso es que el sujeto al día siguiente de lo sucedido se paseaba por las instalaciones con una camisa alusiva a los 9 años de Con el mazo dando. Estoy segura de que si el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, Diosdado Cabello, hubiese escuchado el caso y lo ve con ese ropaje, de una lo señala y le dice algo así como: Mire compadre, para mí es una vergüenza que usted lleve puesto eso. Usted no es chavista nada, aunque se disfrace. 

Supe posteriormente que volvió a incurrir en su práctica, con el mismo resultado: la renuncia de otro humilde trabajador centro de otro atropello.

El chavista no humilla, no maltrata, no atropella, no insulta, no ofende. El chavista es humano. Ese ser de marras es solo un oportunista.

El «yo trabajo con fulano, con el ministro tal, el militar tal» como que cada vez está más de moda. Lo dicen como una especie de chapear para intimidar. Muestran carnet y credenciales como diciendo entre líneas: No me pueden tocar.

Diosdado Cabello reiteradamente manifiesta a los jóvenes y a la militancia: «Cuando a ustedes le den una tarea no cambien con sus compañeros, trabajen unidos para defender la patria del imperialismo en una misma trinchera». Así lo dijo el 30 de enero de este año en un encuentro con Jóvenes de la Revolución en rechazo a las sanciones contra el país. 

Esa frase del primer vicepresidente del PSUV deberían escucharla también algunos dirigentes que apenas asumen un cargo ya no contestan ni el teléfono.

En estos días en una pauta coincidí con un «influecer» de izquierda, político, creo que periodista. Lo primero que destaca de él es su manera de ver de arriba a bajo al otro. Un comportamiento nada humilde. Que pena, porque es uno de los jóvenes del PSUV. Cuánta falta hacen líderes juveniles como fue Robert Serra, quien marchaba, abrazaba y atendía a todo aquel que se le acercaba.

Ni tocar tema de las ostentaciones. De eso ya han hablado los propios dirigentes del PSUV. En enero de este año el gobernador del estado Táchira, Freddy Bernal, relató «Permanentemente se está llamando a dirigentes y se está suspendiendo a dirigentes por prácticas indebidas, por ostentación (…) y a los que se les investiga y se les prueba que efectivamente eso viene del mal uso del erario, van a la cárcel», reveló, al tiempo que comentó que Diosdado Cabello, primer vicepresidente de la tolda roja, «mandó a buscar» a un viceministro que ostentaba en un lugar en Las Mercedes, estado Miranda.

«A la Dirección Nacional del Partido se han citado dirigentes por ese tipo de ostentaciones. El otro día Diosdado comentaba que (…) él iba pasando por Las Mercedes, y vio tres camionetas, y se bajó. Y preguntó: ¿Quién está ahí? El viceministro tal. Se bajó Diosdado y lo mandó a buscar y a llevarlo al Partido. Y eso ha ocurrido con varios dirigentes», narró en esa oportunidad.

Así como está lo malo también está lo bueno. Y puedo decir con orgullo que he trabajado con chavistas honestos, humildes, que no atropellan, que son incapaces de agarrarse un clip. Que a diario usan camionetica por puesto, que andan a pie, que pueden andar por las calles con su cara levantada, sin que nadie los señale.

Y en un país con una población tan guerrera como la nuestra, que ha soportado desde golpe de Estado, intento de invasiones, guerra económica y un bloqueo tremendo, lo que más quiere el pueblo es cercanía con sus dirigentes, y que estos demuestren humildad, transparencia, y que trabajen codo a codo con el poder popular.

Mis felicitaciones a los chavistas de verdad, a los que sí entienden para qué están en los cargos que están.

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