Eugenia Russian

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Para el pueblo venezolano, abril tiene un significado histórico especial por haber logrado, con enorme elevación de conciencia entre el 11 y el 13 de 2002, superar un vía crucis constitucional hasta recuperar su Constitución de 1999 y su Presidente Constitucional Hugo Chávez. Estos sucesos resultaron significativos, no por haberse dado un golpe de Estado cruento, o por la manipulación mediática para pretender justificar lo injustificable, tan repetido en la historia de nuestra América, sino por la recuperación de la democracia en forma inédita, en dos días, con unidad civil y militar, para mantener el rumbo democrático de transformación social, culminando con el llamado del Presidente Chávez a la rectificación en función de la paz.

El pueblo venezolano pudo, con conciencia, edificar su historia, recuperar su camino democrático y de construcción de la Paz del Resucitado, con verdad, justicia y cuidado de la gente y de la Madre Tierra, dando su aporte, con aciertos y errores, hacia una humanidad fraterna.

Es necesario para continuar el rumbo, seguir venciendo la manipulación del odio de la que toda Venezuela fue objeto, por agentes internos y externos al país. Y en ese sentido podemos celebrar vitalmente, porque Dios actuó en Venezuela. La sociedad venezolana con su espíritu solidario de convivencia y tolerancia, nos mueve a continuar ofreciendo una ventana de paz con justicia abierta al presente y a las futuras generaciones.

Resulta un reto de enorme responsabilidad pasar de estas democracias de baja intensidad, o fachadas de democracia, a formas democráticas participativas, incluyentes, solidarias con la gente, lo cual amerita no solo el esfuerzo de los gobiernos responsables, sino también el esfuerzo activo de las comunidades.

 

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