Alcides Castillo

“Nuestra mano no se vio en Chile”, dijo el expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, al consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, luego de la felonía militar contra el presidente constitucional Salvador Allende, cinco días después del golpe fascista del 11 de septiembre de 1973.

Este corto diálogo está contenido en los papeles desclasificados por el gobierno estadounidense, donde queda demostrado que ambos funcionarios impulsaron el golpe de Estado contra el gobierno de Allende; para ello utilizaron el Pentágono y los laboratorios de guerra sucia de la CIA, además de contar con el respaldo total del diario El Mercurio, circuitos radiales y televisivos, cuyos dueños recibieron millones de dólares para sesgar, mentir y ocultar la verdad. Es la práctica constante del imperialismo contra gobiernos populares, progresistas y democráticos.

La diestra y siniestra mano del imperialismo extendió sus garras hacia Chile aquel 11 de septiembre de 1973. Son estos “personajes” los que financiaron a los transportistas chilenos durante el paro patronal para impedir la distribución de alimentos de primera necesidad, los que acordaron con los dirigentes del partido Demócrata Cristiano, reclutar jóvenes para, primero, entrenarlos como fuerza de choque contra el pueblo y los partidarios de la Unidad Popular y, segundo, enviarlos a la Universidad de Chicago para adiestrarlos en la política neoliberal para imponerla en el país austral. Y lo lograron. Privatizaron la seguridad social de los chilenos al crear las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) que de cien pesos retribuyen apenas 25 % a trabajadoras y trabajadores a la hora de la jubilación, una creación de Pinochet y los  llamados “Chicagos Boy´s”.

Cinco décadas después del cruento golpe, el tiempo no ha borrado los horrores de la dictadura dirigida por Augusto Pinochet. El pueblo aún recuerda los fusilamientos en sectores populares, universidades y el estadio de fútbol utilizado como prisión y centro de tortura. No olvida la Caravana de la Muerte, la persecución y la orden de extinguir a sindicalistas, dirigentes estudiantiles, sociales y comunistas. También recuerda muy bien a los miles de desaparecidos y la Operación Cóndor.

Desde la década del ’60 hasta después de los años ’70, el imperialismo decidió acabar con gobiernos legítimos y contrarios al dominio de Washington. Así derrocó con golpe de Estado el gobierno de Brasil en 1964. Y con la llegada de Nixon derrocaron al gobierno de Bolivia, el de Honduras en 1972, en Uruguay en 1973 y en 1974 establecieron la junta militar en Argentina.

Son 50 años de aquella pesadilla que vivió el pueblo chileno, con el imperialismo como centro impulsor de la desestabilización y golpes de Estado.

Hoy los pueblos libres del mundo rinden homenaje al presidente Salvador Allende y a las miles de víctimas del fascismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!