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Alfredo Carquez Saavedra

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Julio Borges se acostumbró desde hace años a vivir de la política, pero con la condición de que sus gastos los pagaran otros. No en balde el partido Primero Justicia fue fundado gracias a las buenas gestiones que la mamá de Leopoldo López, entonces funcionaria de Petróleos de Venezuela, realizó ante la junta directiva de la empresa para que le giraran un jugoso cheque proveniente de la partida de donaciones y liberalidades.

Y esa vieja maña que no termina de abandonarlo explica, por ejemplo, que siga engañando al mundo occidental, blanco y cristiano, que es el que le cuaja a su tipo de persona, haciendo uso de un cargo inexistente (“comisionado de relaciones exteriores”) de un supuesto gobierno etéreo con poder sobre los algoritmos de las redes sociales.

Pero hay más, ahora este señor que se ha destacado por pedir más que una monja, tanto sanciones en contra del pueblo venezolano como dinero contante y sonante para su bolsillo y el de su pequeño club de socios, vuelve a la carga del martillo y la raqueta con la intención de volver a estafar a sus “protectores” de la “comunidad internacional”, saco en el que, a pesar del nombre, solo entran algunos países de la Unión Europea y, obviamente Estados Unidos.

Anunció Borges, la semana pasada, que el gobierno de Canadá, es decir, del primer ministro Justin Trudeau, el mismo a quien Donald Trump calificó como hipócrita y sumiso, está organizando para el próximo 17 de junio una “conferencia internacional de donantes” en favor de los migrantes venezolanos. E insistió en que de continuar en pie la Revolución Bolivariana ese fenómeno migratorio se va a agravar.

Por supuesto que en su discurso apocalíptico -que ya suma 21 años de fracasos y derrotas políticas- para nada se hace mención al asunto nimio ese de las medidas ilegales y unilaterales promovidas por gente como él. No le conviene levantar polvo ante una estrategia que sin duda le ha rendido una buena facturación desde el punto de vista mercantil y personal.

Hace casi un año algunos medios publicaron en primera página y con grandes titulares que estos donantes, que se dejan engañar con conocimiento de causa, habrían reunido 2 mil 544 millones de euros, de los cuales 595 millones se habrían traducido en desembolsos directos. Si estuviera vivo, diría el expresidente Luis Herrera Campins: “¿dónde están los reales?”.

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