Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 9 de noviembre de 1970, a la edad de ochenta años, murió en la región francesa de Champaña (Francia) el general Charles De Gaulle, héroe de la Primera Guerra Mundial y conductor exitoso, durante la II Guerra Mundial, de la organización Francia Libre.

Desde el exilio

De Gaulle desde el exilio, con auxilio de Gran Bretaña y las otras potencias aliadas y con la riesgosa acción clandestina dentro del territorio galo de numerosos patriotas antinazis, dirigió desde Londres, entre 1940 y 1945, la resistencia contra la ocupación alemana. Dentro de Francia unidades del Frente Nacional de Resistencia mantuvieron la llama de la rebelión contra las tropas invasoras, mediante operaciones comandadas por Jean Moulin, Henry Frenat y Enmanuel D’Astier. Al terminar la contienda, De Gaulle asumirá la presidencia del gobierno provisional de su país.

Resistencia antinazi

Con Francia en manos de la Alemania nazi, De Gaulle se dirige a Inglaterra, tomando a Londres como centro de coordinación de todos sus connacionales en el exilio; les organiza con miras a la expulsión de las tropas alemanes del suelo galo. Ello en el marco de los acuerdos de las potencias aliadas (EEUU-URSS-Inglaterra) que enfrentaban a Hitler. El alto prestigio de que gozaba hace del recio militar la primera figura francesa reconocida para jefaturar la resistencia antinazi. Fueron célebres los llamamientos que casi a diario formulaba De Gaulle por la radio desde Londres -el gran medio de comunicación de masas en la época- a sus compatriotas para que mantuviesen el ánimo de resistencia contra los ocupantes nazis.

Hábil, valeroso y tenaz

Durante la II Guerra Mundial, el líder galo fue reconocido con reticencias por el presidente de Estados Unidos, FD Roosevelt. Así “Aunque Francia no fue invitada a las conferencias de Yalta y Potsdam, la determinación de De Gaulle consiguió que Francia fuera reconocida como potencia vencedora tras la capitulación alemana en mayo de 1945 y que, por consecuencia, obtuviera el rango de Miembro Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU” (http://www.historiasiglo20.). Tenaz en sus cometidos políticos, De Gaulle debió encarar entre 1958 y 1963 la guerra de Argelia, debiendo reconocer la independencia de la antigua colonia francesa que combatió con bravura a las tropas coloniales. De Gaulle representó en el marco de la Guerra Fría, y visto desde el estrado de las grandes potencias, una figura tercerista, como han dicho algunos analistas «con toques de conservaturismo» en cuanto al rol de su país, Francia, en la escena mundial. Así, queriendo resguardar la grandeza de su país como heredero del círculo de los vencedores tras la II Guerra Mundial, nunca quiso ni supo dar pasos de acercamiento con el Movimiento de los No Alineados, aunque sí manifestase en algunas áreas un cordial distanciamiento respecto a la geopolítica estadounidense, el retiro de su país del comando de la OTAN (al cual regresará en 2009 con Nicolas Sarkozy), «y en la petición de conversión en oro de las reservas francesas de dólares, lo que provocó una crisis financiera mundial» (https://es.wikipedia.org).

Hombre-Nación

Típico del pensamiento político conservador es el propósito de presentar a sus figuras emblemáticas como «expresión de la voluntad general de la Nación»; De Gaulle será designado Primer Ministro en 1958. Al año siguiente, tras constituir la V República Francesa es electo Presidente, gobernando hasta 1969-, apareciendo en muchos casos, como aquella figura ante la cual amainan las diferencias de partidos, credo y condición social. Dio a su país alta figuración mundial. Hombre de un humanismo conservador, encaró el levantamiento del Mayo Francés de 1968 cuando la juventud gala, y buena parte del proletariado exclamaban, «Seamos realistas, pidamos lo imposible».

Sinóptico

1989

Muro de Berlín

La demolición del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 -el cual eliminó la frontera entre la República Democrática Alemana de la República Federal Alemana- constituye tema cuyo balance sigue pendiente. Las nuevas generaciones, que a partir del Estado Social propugnan un Mundo Posible, se hacen hoy preguntas que tocan el fondo de la acción mediante la cual picos, mandarrias y paylovers echaron al piso los 15 kilómetros de concreto armado del Muro: ¿valió la pena? La ayuda financiera remitida por vía del Plan Marshall de 1948, posibilitó el restablecimiento de la estructura industrial de la Alemania Occidental (RFA), que en pocos años demandó gran cantidad de mano de obra, incentivando el desplazamiento de contingentes de masas de trabajadores radicados en la Alemania Oriental. Esta última no contó con el amplio financiamiento de su par occidental por cuanto la URSS, que quedó afectada por el esfuerzo de la guerra contra Hitler y, en el marco de la Guerra Fría, por la cuantiosa inversión en su propia defensa. Si bien hoy el Muro forma un capítulo en la historia de Europa, la discusión mantiene sus aristas al contrastar las bondades de dos modelos: capitalismo neoliberal y socialismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!