Contenido ético de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992
El autor es integrante de Fundalatin.
Guido Jorge Zuleta Ibargüen
Cuando la presidente de Honduras, Xiomara Castro, enfrenta crisis parlamentaria para superar el modelo neoliberal, Venezuela conmemora 30 años de la rebelión militar del 4/2/1992.
En la década de 1970 prevalecía la doctrina de la seguridad nacional de la Escuela de las Américas, enseñada en USA a militares de Nuestra América con la “obediencia debida”. La orden superior justificaba la violación de los derechos humanos.
Migrantes de dictaduras, llegaban a una Venezuela con democracia representativa, pero con ese criterio militar. Cuando el presidente Carlos Andrés Pérez, asume el Paquetazo, la desesperada rebelión popular del 27/2/1989, fue reprimida con miles de muertos. En ese tiempo, visitó al P. Vives, en Fundalatin, el general patriota Elio García Barrios, quien comentó que soldados enviados del interior preguntaban: “¿A quién defendemos? ¿Contra quién disparamos?” La democracia se derrumbaba. Militares jóvenes recuerdan a Bolívar: “Maldito el soldado que dispara contra su propio pueblo”.
El 23/3/1980 el arzobispo O. Romero, de El Salvador, se dirigió mediante radio a la Guardia Nacional: “Ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice No Matar. En nombre de Dios, les suplico, les ruego, les ordeno, cese la represión”. La Rebelión del 4F asume la defensa de su pueblo y plasma en la Constitución Bolivariana de 1999 su concepto de la Seguridad de la Nación: “Corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil para dar cumplimiento a los principios de independencia… afirmación de los derechos humanos… sobre los ámbitos económico, social… ambiental y militar”. (Art. 326). La seguridad es en defensa de los DD. HH. La orden de violar DD. HH. no elude responsabilidad personal.
Corresponsabilidad frente a modelos opresores, desde la espiritualidad liberadora, en función del buen vivir solidario que inspira a los pueblos de Nuestra América.
