Pedro Estacio

@Urgentess

No hay que ser un romántico comeflores ni un astrofísico chapeado con el Nobel para darnos cuenta de que, eso que hemos denominado el Universo, infinitamente grande, es tan gigantesco como el cuento ese de que EEUU, seguido de cerca por sus cipayos, está destinado a controlar, dominar y a caerle a palos a todas las naciones de la Tierra que se resistan a obedecerle ciegamente.

Aquí cabe el título de una conocida película, pero que no debe ser atribuido en exclusiva a quienes están mal de la cabeza y del espíritu, como son los grupos corporativos que deciden qué cosa debe ser hecha en Estados Unidos y en el exterior, sino a sus seguidores, cuya conducta es peor que quienes están afectados del coco, porque aquellos piensan mal y los últimos no piensan.

El título de la cinta es El mundo está loco, loco, loco, pero quienes sí lo están son los enfermos del espíritu quienes realmente creen que la conducta bellaca de los controladores estadounidenses, eso de armar guerras, bombardear, torturar, asesinar, oprimir, bloquear, es una conducta ejemplar, santificada, de quien está predestinado por la providencia, bendecidos por Dios.

Ni el Voyager, enviado por los gringos, que tiene el kilometraje parejo viajando por el espacio universal, se ha conseguido en ninguna esquina planetaria con Dios, porque este no anda sentado leyendo bajo ninguna sombra ni acostumbra a reunirse con sujetos malaconducta que andan buscando lo que no se les ha perdido.

Si hay cientos de miles de galaxias y planetas, por no hablar de millones, ¿cómo se les ha ocurrido a los gringos estar hablando paja, como Bush y Trump, que dijeron haber hablado con Dios? Todo lo que vienen haciendo desde que estos anglosajones dejaron Inglaterra y se vinieron para nuestro continente ha sido construir una historieta con sangre que barnizaron con dólares y armamento para que los demás se lo crean obligatoriamente.

Todo ello significa lo que hemos estado observando que le están haciendo a los seres humanos desde hace décadas y que nuestro héroe de verdad, el Libertador Simón Bolívar, los pilló desde un principio cuando dijo que ellos parecían destinados por la Providencia para llenarnos de mucho mal, por no repetir lo que sabemos dijo nuestro gran guerrero.

Lo cierto es que es un cuento, una obra teatral llevada al cine, que aparentemente es adornada cada vez más por las corporaciones del dinero estadounidense, que son las que manejan todo ese país y que no solo han soñado con controlar el planeta, sino viajar a las estrellas y crear una nueva posibilidad de vida en otro cuerpo celeste.

Hoy, ese complejo político corporativo, sigue en las andadas. Repitiendo el mismo barnizado cuento de que la seguridad nacional impone sanciones a diestra y siniestra en la creencia de que sembrando un nuevo tipo de guerra va a controlar a los seres humanos, pero resulta que, cada vez más, las naciones lo rechazan y resisten y se oponen a sus malignas aspiraciones.

¿Qué podemos decir al respecto estos últimos días? Simplemente que quienes están en la escena caliente latinoamericana, valga decir todas las naciones, son vistas como las piezas de un juego que es movido por Estados Unidos con la clara diferencia de que algunas figuras son manejadas y otras no lo aceptan, como sucede con Cuba, Nicaragua y Venezuela, naciones con un alto nivel de conciencia.

Ya no se trata de un asunto de presidentes, por cuanto es sabido que ellos son simplemente las figuras que están al frente de los gobiernos de EEUU, pero no son quienes ejercen el control ni los que realmente manejan la maraña del poder político-económico en esa nación.

Y también es interesante decir en torno a la realidad política de estos días, que el control estadounidense tiene una fuerte base económica y de protección a los grupos oligárquicos que tienen el poder en algunas naciones. Hay allí como un canje: el gobernante de turno es protegido en su mal gobierno y este a la vez concede muchas posibilidades en su país a su protector, mientras los pueblos reciben la peor parte de tales tratos y por eso nunca alcanzan el bienestar de vida que merecen.

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