Alfredo Carquez Saavedra

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El subpresidente del país vecino quiere que el Congreso le redacte una ley que permita seguir en el poder a la oligarquía que él representa. Un instrumento que impida que los pata en el suelo de los estratos 1, 2, 3, 4 y hasta del 5, y quién sabe si también de algún inadaptado del 6, ande por las calles tratando de cambiar el holgado modo de vida de las respetables minorías.

En un acto oficial llevado a cabo la semana pasada, en el que volvió a dejar bien claro cuál es su concepción de los Derechos Humanos, Duque le hizo tal pedido a los integrantes del Poder Legislativo que, por cierto, está en manos del uribismo y la derecha tradicional.

En fin, este señor, al que el matarife Uribe ha comparado con una marioneta, quiere que le redacten una ley antivandalismo y antidisturbios. Y para hacer esa solicitud aprovechó una ocasión muy simbólica: El acto de ascenso del director de la Policía (militarizada) de Colombia, Jorge Luis Vargas Valencia.

Es decir, Duque, quien va camino al despeñadero político con una desaprobación popular de 76 por ciento, no solamente premia a uno de los responsables de más de 75 asesinatos, 600 desaparecidos, casi 3 mil casos de violencia policial y 1.200 detenciones arbitrarias, sino que además con esa acción envía un mensaje bien claro sobre el desprecio que siente ante los reclamos de los sectores populares movilizados.

Bueno, pero como para construir un proyecto de ley serio se necesitan expertos en la materia, desde Bogotá pidieron la asesoría de expertos comprobados en materia de guarimbas, destrozos y quema de personas con aspecto de castro-chavistas-maduristas-evoístas y lulistas. Y como el pago ofrecido es alto y en dólares, ya salieron para allá delegaciones de manitos blancas con el fin de acometer tan constructiva (y lucrativa) tarea.

Allá los espera con los brazos abiertos Borges. Leopoldo supervisará el trabajo desde Madrid y Vecchio hará lo propio desde Washington o Miami. A Juan le dejaron por fuera por bate quebrado. Aun así Duque, agradecido, seguirá con su papel de celestino de la extrema derecha venezolana.

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