Alfredo Carquez Saavedra

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El hecho de que la semana pasada se hiciera cierto uno de los más viejos refranes inventados por el hombre, a fuerza de experiencias, tiene muy nerviosos a los integrantes del tren ejecutivo y cuerpo diplomático del Reino de Narnia.

Esa conseja que advierte: “así paga el diablo a quien bien le sirve”, encarnó en el exministro de gobierno (cargo equivalente a Interior y Justicia venezolano), Arturo Murillo, hecho preso nada más y nada menos que por agentes del Buró Federal de Investigaciones, mejor conocido como el FBI, gracias a las películas y series policiales estadounidenses.

Murillo es un político de extrema derecha y de extrema confianza de la exautonombrada presidente de Bolivia, Jeanine Áñez, quien hoy día también está tras las rejas por encabezar un golpe de Estado bendecido por el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, es decir, Estados Unidos, en 2019.

Claro que, como dice un colega y amigo, ni Áñez ni Murillo son Guaidó y su combo alibababesco ni Bolivia es Venezuela, pero la tembladera del autodesignado y sus cuarenta ladrones tiene que ver con el hecho requetecomprobado de que para el poder imperial todos sus servidores son desechables tal y como lo es el papel toilette.

A Murillo lo esposan en Miami por haberse birlado unos 582 mil dólares en efectivo en una operación que sumó 5,6 millones de dólares aproximadamente, de los cuales 2,3 millones quedaron en manos de una intermediaria estadounidense que se contactó con una empresa brasileña. Y otro dato curioso del caso es que ese dineral tuvo como objetivo la compra de productos para reprimir al pueblo boliviano alzado por el robo de las elecciones en las que resultara ganador Evo Morales.

Ahora bien, debe destacarse la abismal diferencia entre los montos antes citados y lo que se supone ha administrado el hombre de paja de la Casa Blanca en nuestro país, a quien la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos le ha dado acceso a las cuentas de la República en el extranjero.

Si el asunto fuese proporcional a lo robado y a Murillo lo detienen por menos de un millón de dólares en sobornos, qué le podría esperar al dueño de los condominios en Florida o de lo taxis en Madrid. Ejemplos sobran del destino de títeres inservibles. Aquí les recuerdo algunos casos: Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo, Ricardo Martorelli y Manuel Antonio Noriega.

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