Néstor Rivero Pérez

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El 13 de diciembre de 1821, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar partió de Bogotá con rumbo a Cali, camino de Popayán, teniendo el designio de asumir el mando supremo del Ejército Republicano, y ponerse al frente de las operaciones que habrían de dar culminación a la Guerra de Independencia en el sur de Nueva Granada. El plan del Libertador era pasar luego al Departamento de Quito (hoy Ecuador), porción de la Gran Colombia donde todavía imperaban autoridades monarquistas.

 

Cartagena y Pasto

Habiendo liberado Cundinamarca y el grueso del territorio neogranadino en 1819 con la Batalla de Boyacá, las fuerzas republicanas toman Bogotá dos días después de dicha jornada, en la cual se cubrieron de gloria José Antonio Anzoátegui, Francisco de Paula Santander, Juan José Rondón y Francisco Infante, entre otros oficiales que obedecían al Libertador Simón Bolívar. Y sin embargo del repentino cambio de situación de 1819 en el antiguo virreinato, los realistas mantuvieron algunos reductos, como la región de Pasto y la ciudad-puerto de Cartagena. Esta última sería rendida precisamente en 1821; y Pasto requeriría para su definitivo control por los republicanos, hasta los primeros meses de 1822.

 

De Carabobo a Bomboná

En enero de 1821, con seis meses de antelación a la Batalla de Carabobo, el Libertador tuvo la perspicacia de designar al general Antonio José de Sucre, como general en Jefe del Ejército del Sur de la Gran Colombia, confiando en los talentos del joven cumanés. Por entonces en el sur de Nueva Granada se desplazaban contingentes realistas irreductibles al mando de caudillos locales como Vicente Agualongo y Benito Remigio Boves, sobrino este último del célebre asturiano José Tomás Boves, quienes contaban con apoyo de los mandos monarquistas de Quito. Así, habiendo sido Quito en décadas anteriores, parte del virreinato neogranadino, Bolívar no concebía la Gran Colombia sin la completa liberación de dicha porción, la resultaría de las Batallas de Bomboná, liderada por el Libertador en persona, y Pichincha, en la cual impondría su genio el futuro Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.

 

Qué dejaba atrás

En Bogotá quedaba el vicepresidente Francisco de Paula Santander, quien habría de ejercer el Poder Ejecutivo de forma indisputada -de acuerdo a los términos de la Constitución de Cúcuta aprobada en agosto anterior-, durante los siguientes seis años, puesto que el Padre de la Patria, una vez concluidas las operaciones sobre Pasto, habría de dirigirse a Guayaquil, para de allí viajar en 1823 por mar a Perú. Aquí habría de permanecer hasta finales de 1826, luego de su triunfal gira al Alto Perú, donde se vio tributado con el nacimiento de la República de Bolivia, su “hija predilecta”. Entretanto en Bogotá se tejían nuevos círculos de poder en torno a la figura del vicepresidente Santander, quien de firme colaborador del Libertador entre 1819 y 1821, se convertirá en su más acérrimo adversario, al punto de estimular los grupos complotadores que, en 1828, atentarán contra la vida del Padre de la Patria, durante la conocida Noche Septembrina.

 

La marcha

En todo caso, al momento de partir de Bogotá rumbo al sur, un día como hoy, Bolívar lo hacía imbuido de confianza en los auxiliares que dejaba al frente de la Administración, estimando el Libertador que el vicepresidente y sus ministros coincidían con él en que, para todos, la prioridad era expulsar las fuerzas españolas del sur de Nueva Granada y luego contribuir con su definitiva expulsión de Suramérica, dando el mayor respaldo en hombres, armas y jefes a las fuerzas patriotas del Perú.

 

Sinóptico

1903

Nació Juan Pablo Pérez Alfonzo

Este día nació en Caracas quien sería figura central del desenvolvimiento petrolero de Venezuela en el siglo XX. La gestión de Pérez Alfonzo resultó decisiva en el nacimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Y no obstante haber diferido en el Congreso de 1943, de la Reforma Petrolera presentada aquel año por el presidente Isaías Medina Angarita, Pérez Alfonzo terminaría reconociendo su pertinencia cuando asuma luego de 1945, el Ministerio de Fomento, a cargo del área petrolera del país. Dicha Reforma legislativa, le sirvió de puntal para proponer a las empresas extranjeras del ramo, el llamado “Fifty-Fifty” (50 %-50 %). Este concepto de “participación razonable” constituye en Pérez Alfonzo -según escribe el prologuista de uno de sus libros, Luis Beltrán Prieto Figueroa- “una consideración de equitativo tratamiento entre la nación, propietaria de la riqueza minera, y los concesionarios… estos últimos se llevaron siempre la parte del león”. Y ese pensamiento ha posibilitado “paulatinamente la participación del Estado venezolano hasta más del 65 %”. Hoy como se entiende, en medio de las dificultades derivadas de las medidas unilaterales impuestas por el gobierno de EE. UU., la industria petrolera venezolana ha iniciado un proceso de lenta recuperación, con base en la plena titularidad de sus recursos hidrocarburíferos.

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