Fermín Sandoval

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Hace treinta años no pudimos invitar a muchos amigos y compañeros como lo deseamos y a los pocos que invitamos se quedaron vestidos y alborotados. A los unos porque las medidas de seguridad y la incertidumbre de lo que podría pasar lo impedían. A los otros porque hubo quienes por inconfesables intereses impidieron su asistencia.

Desde muy temprano el lunes 3 de febrero del 92, andábamos de contacto en contacto en sitios públicos y por llamadas telefónicas.

Ya esa misma situación de corri corri la habíamos experimentado varias veces, creo que mas o menos, por un año, pero esta vez sí, sí era verdad. Varios contactos en Chacao, Petare, El Valle y otros sitios se llevaron a cabo desde la mañana y hasta las ocho o nueve de la noche. Órdenes y contraordenes iban y venían, pero ya no había vuelta atrás. La última reunión en la calle fue en el Centro Comercial de Palo Verde.

Ahí no llegó el responsable sino otra persona que nos trasladó hasta una casa en el Barrio José Félix Ribas con la idea de finiquitar algunas orientaciones que luego haríamos llegar a los compañeros que ya estaban listos para asumir sus puestos previamente seleccionados y ensayados.

Total que fuimos a esa casa cuatro o cinco compañeros con la idea de activarnos inmediatamente con las informaciones de ultimo minuto que allí nos daría quien ocupaba el mando.

Una vez en esa casa, el personaje responsable no apareció, en vista de lo cual decidimos salir a contactar a los compañeros que teníamos esperando en otros lugares, al intentarlo la persona que nos llevó al lugar nos notificó que por órdenes del responsable nadie podía dejar la casa, siendo independientes como somos y con la responsabilidad que teníamos, argumentando la necesidad que teníamos de ir a canalizar nuestras asignaciones decidí marcharme, lo que me fue impedido por un compañero que pistola en mano me indicó que debía esperar al fulano responsable y que por medidas de seguridad nadie salía de la casa. Yo tenía como responderle de tú a tú al compañero armado, pero ya al llegar había notado la presencia en las escaleras y a la entrada de la casa un total de cuatro personas armadas, lo que para mí fue suficiente disuasivo para no enfrentar la situación con la merecida contundencia.

Ninguno de los que llegamos al sitio para reunirnos podía salir del sitio. No sé qué hora de la noche era cuando me di cuenta que habían reforzado la vigilancia contra nosotros. Tampoco la hora en la que llegó Humberto, quien se reunió con dos de los secuestrados que resultaron ser activos de Bandera Roja igual que él. No supe qué hablaron, lo cierto es que al poco rato estaban poniéndose unos uniformes militares de camuflaje que habían traído en unas cajas.

Yo con mi pantalón y chaqueta de bluyin y un bolso donde cargaba mis cosas para la jornada sólo los veía y antes que dijera nada, el recién llegado ratificó que de ahí no salía nadie y se marchó, antes de irse se reunió rapidito con unas cuatro personas que estaban afuera.

No pasó creo que ni media hora y vinieron a notificar que a ése lo agarro Polisucre con unas cajas de uniformes militares y unos fusiles por las inmediaciones del hospital materno infantil de Petare. Vi mucha agitación entre los que estaban cuidando la casa y no volvieron a entrar. Afuera, desde un radio que tenían, escuché el llamado de CAP denunciando un golpe en su contra, conminando a los sediciosos a rendirse y complacido porque lo había llamado «george buch».

Al no sentir ninguna actividad fuera de la casa, con un compañero que, como yo, no era de Bandera Roja, nos arriesgamos a echar una mirada afuera y no viendo a nadie custodiando, decidimos marcharnos, nos acompañó otro de los que conocía como militante de BR y cada quien, después de salir del barrio, cogió por su lado.

Total que mis compañeros organizados de manera autónoma y con tareas asignadas quedaron con los crespos hechos, desarticulados por esta trastada de los dirigentes de BR ante el pronunciamiento del 4F que traicionaron con trabas como esta, con la que impidieron la participación de sectores como el nuestro.

Algunos de estos compañeros molestos del des rumbo que hoy ha tomado la propuesta política que se enarboló aquel día.

Humberto, con semejante carga que lo agarra la policía, al poco tiempo estaba libre y como funcionario de la alcaldía de Chacao.

El otro personaje, el «responsable», no lo vi más sino a los años junto a los gusanos de Fedecámaras y como miembro directivo de la CTV en los aquelarres pre golpe de estado contra Chávez.

El miembro de BR que decidió irse en la madrugada de la casa donde nos secuestraron, también estuvo como funcionario de la alcaldía de Chacao.

El que nos amenazó impidiendonos abandonar la casa y quien arma en mano nos retuvo, aun anda por ahí metido en los consejos comunales y el Psuv, hablando de economía comunal.

Y a mi Comandante en esa frustrada tarea revolucionaria lo vi por primera vez el cuatro de febrero en TV, asumiendo valientemente su responsabilidad del intento y diciéndonos a todo el pueblo que por ahora no lo habíamos logrado.

¡VIVA CHÁVEZ¡

¡VIVA LA PATRIA!

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