Yoselina Guevara L.

@lopez_yoselina

De acuerdo al Ministerio de Salud de Palestina, este lunes 23 de octubre la cifra de palestinos asesinados por los bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza asciende a 5.087, de los cuales 2.055 son niños y 1.119 mujeres; los heridos ya sobrepasan los 15.000, una verdadera masacre bajo la mirada de la comunidad internacional. Esto es el cruel preludio a la posible invasión terrestre del territorio palestino por tropas israelíes, que pudiera desencadenar un conflicto regional con todas las características de convertirse verdaderamente en un enfrentamiento bélico mundial.

El discurso sionista para el ataque a Palestina está fundamentado en “desmantelar” al grupo de defensa “Hamás”, volviendo objetivos bélicos zonas residenciales de la Franja de Gaza habitadas por civiles. Pero lo que ha quedado claro al mundo entero, es que el Estado de Israel está llevando a cabo un genocidio con la justificación de la venganza y la autodefensa, una matanza que había ya iniciado hace más de 70 años, pero que ahora se ha vuelto masiva y  despiadada.

Kibutz: Más allá de simples asentamientos agrícolas

Una de las narrativas utilizadas por los medios de comunicación occidentales, ha sido tratar de hacer ver a los Kibutz, como asentamientos agrícolas habitados por familias campesinas israelíes de escasos recursos. Sin embargo las imágenes de las armas de alto calibre, y los búnkers de seguridad secretos construidos escrupulosamente dentro de cada casa en los Kibutz, hace pensar que estos supuestos agricultores y agricultoras no son tan inocentes, ni estaban tan desprotegidos.

Remontándonos al surgimiento de estos asentamientos de colonos en territorio palestino, descubrimos que estos surgen cerca de 30 años antes de la conformación del Estado de Israel y obedecen a una política de colonización sionista, que por ahora, no busca la explotación de los recursos y la mano de obra locales, sino la sustitución de la población autóctona palestina, por la población ocupante, israelí.

Por ejemplo, los habitantes de los Kibutz instalados desde 1967 en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, suman actualmente unos 380.000 habitantes, quienes disfrutan de excepcionales ventajas económicas y beneficios fiscales. Es decir, los colonos israelíes que viven en los kibutz, no solo se vuelven dueños de manera arbitraria de un territorio que legítimamente no les pertenece, sino que también el gobierno israelí les paga por hacerlo.

El presupuesto del año 2003 del Estado de  Israel, incluyó jugosas  cifras dedicadas a la construcción de infraestructuras (carreteras, puentes y túneles, para evitar los asentamientos palestinos) en los territorios donde se encuentran los Kibutz, cuyo monto ascendió muy cerca de 90 millones de dólares. A ello se suma el pago a empresas privadas de guardias armados que protegen a los colonos instalados en los asentamientos, aunque toda la población israelí tiene adiestramiento militar profesional.

De allí que en las imágenes de los Kibutz veamos las casas en perfectas condiciones, con jardines, y curiosamente con una habitación de seguridad, una especie de búnker, antinuclear, algo que en nuestras viviendas, o en las residencias de agricultores, generalmente no existe. ¿Las razones de estos búnkers? Porque los Kibutz  son asentamientos  militares, con una fachada agrícola, para colonizar el territorio, exterminando al pueblo palestino.

Los medios de comunicación occidentales, no mencionan las atrocidades que los colonos israelíes, habitantes de los Kibutz, han cometido por años, y siguen cometiendo contra los palestinos: Asesinatos de campesinos y campesinas, robo de las cosechas, quema y tala de los olivos, árboles milenarios que han pasado de generación en generación a los palestinos, contaminación y desviación de las aguas de riego, amedrentamiento y terror para que los palestinos abandonen sus tierras.

Han sido tantas las violaciones de los derechos humanos al pueblo palestino por parte de los colonos sionistas residentes de los Kibutz, que inclusive se han conformado organizaciones israelíes que paradoxalmente trabajan por los derechos de los palestinos. Dos de estas asociaciones, B’Tselem y Rabinos, se desplazan a los campos de Cisjordania desde la mañana hasta que oscurece, para impedir que sus connacionales atropellen a los palestinos.

 

Apoyo al colonialismo israelí

Mientras dentro del propio Estado de Israel siguen proliferando las voces disidentes en contra del colonialismo y el apartheid aplicado al pueblo palestino, los gobiernos de las antiguas potencias coloniales (Francia, Italia, España, Reino Unido, etc.) siguiendo las directrices imperiales de Estados Unidos con  su apoyo directo al Estado sionista, sostienen el genocidio que se está cometiendo en la Franja de Gaza, pero a la vez reafirman de manera directa la existencia de privilegios de dominación blanca sobre las naciones y pueblos no europeos.

Nuevamente se justifica la deshumanización de los colonizados tachándolos de salvajes, bárbaros, bestias, indignos de cualquier movimiento de liberación e independencia. Recordemos las palabras del ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, que calificó a los palestinos de “bestias con semejanza humana” y que, por tanto, solo merecían la destrucción, la muerte y la privación de los servicios esenciales, “electricidad, alimentos, combustible, de todo”.

La comunidad internacional no puede continuar permitiendo la flagrante violación del derecho internacional por parte del Estado de Israel, reduciendo la ley a un instrumento de supremacía blanca, patriarcal sobre el pueblo palestino, esto solo puede seguir generando espirales de odio, repudio y violencia.

Los pueblos han entendido quiénes son las verdaderas víctimas, de allí las multitudinarias manifestaciones de apoyo a Palestina. Una vez más nuestra apuesta es por la paz, pero siempre teniendo en cuenta el respeto del derecho internacional, de los derechos humanos, y más aún, del derecho de los pueblos a ser libres y a no ser subyugados por poderes hegemónicos imperiales.

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