Pedro Estacio

@urgentess

La vida no nos ofrece sorpresas porque ella muestra a diario su capacidad evolutiva, y lo que siempre ha estado ocurriendo, es que no siempre vemos esa evolución.

En algunas ocasiones apreciamos su capacidad evolutiva y en otras la rechazamos porque no se ajusta a nuestros intereses o simplemente porque nuestra percepción no está muy clara, no la define muy bien y nos deja dudas.

A veces, cansados de nuestro ejercicio mental, no logramos captar ni utilizar todos los elementos necesarios que nos permiten reaccionar con la efectividad esperada. En otras ocasiones es posible hacerlo y me parece que esto último está en marcha dentro del proceso de la Revolución Bolivariana.

Estando una sociedad afectada por una agresión cualquiera, que pudiera ser de carácter ambiental, económico, militar o imperial, lo cual a su vez pudiera englobar y superar los ítems citados anteriormente, la lógica es reaccionar con sentido para superar todo tipo de obstáculo.

Pese a ello, no logramos ponernos de acuerdo para superar los problemas del medio ambiente que, aunque estén a la vista de todos, logramos ignorarlos porque no satisfacen nuestras necesidades, algunas de carácter político.

En estas circunstancias, las sociedades siempre deberán apelar a todos los recursos disponibles conocidos y a otros que, si bien no son tomados en consideración por desconocimiento científico, deberán ser abordados para concretar esa promesa natural de obtener maneras de robustecer la defensa social.

Es en este escenario natural donde los seres humanos están obligados a indagar, registrar, investigar profundamente y emular aquellos sistemas de sociedades, que si bien en un momento no parecieran pertinentes por ser diferentes, poseen características de valor determinante en la defensa de una sociedad cualquiera.

Esas características, bastante diversas por cierto, son observables en los bosques, en seres marinos, en los insectos y en las aves, de donde los humanos han copiado solo aquellas posibilidades que satisfagan intereses individuales y de grupos y donde el interés social queda excluido.

Todo cuanto acontece en las sociedades con las cuales compartimos la vida, nos está diciendo y mostrando un mundo de posibilidades para seguir adelante y superar las adversidades. El elemento vital y principal en una sociedad revolucionaria es el ser humano, y es este quien tiene suficiente capacidad no solo para buscar las respuestas indispensables necesitadas a través de una investigación profunda, sino para ofrecer respuestas directas.

Y las respuestas directas siempre estarán presentes en las conductas que exhiben los miembros de una sociedad que no solo ha descubierto sino que ha entendido que hay otras formas de vivir la vida y fortalecerla en toda su amplitud y a la vez compartirla con los semejantes y eso es lo que denominamos una sociedad revolucionaria, que recibe a diario todas las posibilidades que le entrega la vida, para crecer ella misma y para entregarla a otros.

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