Luis Miguel Badaraco: La revolución es entender que lo cultural tiene un impacto poderoso

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Dijo que el soporte cultural debe ser revisado para generar las maneras y herramientas que permitan impulsar el trabajo de los cantores populares. Foto Cortesía

VEA / Yonaski Moreno

En Bogotá, Colombia, el cantor Luis Miguel Badaraco trabaja en su segundo álbum musical. Así lo relató a Diario VEA. Describió que lo hace desde su cuarto, con una computadora, un micrófono, una interfaz, su guitarra y la invaluable ayuda de un grupo de amigos músicos. En eso anda, cantando y tocando, como ha disfrutado hacerlo durante toda su vida y apuntando a su retorno a Venezuela, donde espera “seguir creciendo y aportando a mi país maravilloso”.

Su segunda producción tendrá por nombre De causalidades y amores y la describe como “muy diversa, de géneros venezolanos, latinoamericanos, de la música universal”. Cuidando cada detalle, el desarrollo del trabajo musical va “pasito a pasito para darle forma y pronto tenerlo disponible en las plataformas”, relató en conversación sostenida con este medio.

Los desafíos para llevar a cabo una gran producción en la actualidad son evidentes, pero para los cantores populares podría hacerse aún más cuesta arriba, comentó. Uno de los retos es lograr crear música con un nivel estándar, con patrones o lineamientos que puedan ser abrazados por la industria o por los medios de difusión, para lo que se requieren múltiples recursos o al menos las herramientas mínimas “para que uno mismo pueda autogestionarse”.  

            

Tras lograr eso, queda otra cuestión por responder: ¿Cómo hacer para que eso se difunda y se conozca? “Todos caemos en esa misma disyuntiva o en esa misma dinámica; es un trabajo arduo cuando no se tienen los recursos para poder llegar a más gente que te conozca y hacer tu red de seguidores. Lo que uno quiere como músico, como compositor, es que se escuche nuestro mensaje”, expuso.

En tal sentido, consideró que se debe “entender que lo cultural tiene un impacto poderoso  en la psiquis, en el imaginario y que ninguna revolución, ningún cambio importante en la humanidad, se logra si no entendemos que en el pensamiento, en el sentido crítico, en el criterio, está parte de ese cambio que queremos dar”.

Añadió que el soporte cultural debe ser revisado para generar las maneras y herramientas que permitan impulsar el trabajo de los cantores populares. Este esquema –destacó– debe contar con una estética, un movimiento y una calidad estándar.

“Hay que entender que el arte, para que sea poderoso, debe ser hecho contundentemente, respetando su esencia pero con unos patrones estándares que son básicos. La revolución, todo sistema que busca un cambio, necesita entender eso a profundidad y darle los espacios que merece, con la grandilocuencia y con los recursos que son”.

Añadió: “sería temerario decir que buscamos hacerle contraparte a la mediática globalizadora, pero sí. Si se logra  una estructura que de verdad impulse seriamente lo que hacemos los cantores populares como el colectivo La Cantera, que estuvo por todo el país comprometido con la noble causa de un país mejor, una sociedad más justa, acompañando un proyecto político bellísimo y llevando el canto desde lo que hacemos a las comunidades, por supuesto, se hace contrapeso a toda la estructura que genera contenidos banalizantes, cosificantes de la mujer, maltratadores del gentilicio, que sabemos están a la mano porque son objeto de lucro”.

Para Badaraco, el canto popular es de suma importancia, pues a través de este se busca formar y generar sensibilidad del arraigo, de lo que somos y representamos.

Un niño con su cuatro

Luis Miguel Badaraco es caraqueño, nacido en El Conde, el 25 de enero de 1972, en una clínica que quedaba en donde en este momento está Parque Central. Creció entre la parroquia Coche, en Caracas; San Mateo, estado Aragua, y Valle de la Pascua, Guárico.

La música lo acompaña desde que nació, pues sus padres son cantantes, “ella contralto y él tenor, llenos de música que me legaron sus dones”. Ya a la tierna edad de 6 años tenía un cuatro en sus manos, y a los 8 “ya andaba tocando y acompañando la música tradicional venezolana rica y diversa, sobre todo en las Navidades, con nuestro repertorio lleno de tanta belleza en aguinaldos, villancicos, parrandas, gaitas, entre otros”.

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