Alfredo Carquez Saavedra

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El 24 de noviembre de 2019 todavía Juan Guaidó era considerado como una “esperanza de restauración del orden”  por parte de la derecha mundial. Apenas tenía 11 meses de haberse autoproclamado y en Washington, Bogotá y Brasilia aún creían que el tipo era serio y daban como un hecho ineludible su llegada al palacio de Miraflores.

Guaidó se sentía invencible, mimado por medios de comunicación nacionales e internacionales y periodistas y twitteros, de esos que facturan en dólares, euros o libras, por intermedio de fundaciones y falsas organizaciones no gubernamentales, portaaviones de potencias extranjeras.

Tal vez por eso el jefe de estado del ciberespacio le contestó con soberbia a Luis Inázio Lula da Silva, cuando éste, días antes, había resaltado positivamente la capacidad de resistencia del pueblo venezolano, ante las agresiones económica, financiera, terroristas y diplomáticas, promovidas por Estados Unidos y secundadas sumisamente por la Unión Europea.

“Después de lo que vimos en Bolivia debemos tener orgullo de todo lo que resistió el pueblo venezolano para no entregarse a los caprichos del gobierno estadounidense”, había expresado Lula durante el VII Congreso Nacional del Partido de los Trabajadores, llevado a cabo en Sao Paulo.

Molesto por las declaraciones del expresidente brasileño, Guaidó lo llamó “ladrón consumado”, cómplice “del saqueo de nuestros pueblos”. Y, como guinda de esa, una de sus primeras tortas, finalizó recordándole que: “Usted estuvo preso como el ladrón que es”.

En enero de ese mismo año Jair Bolsonaro había asumido la presidencia de la República Federativa de Brasil, para contento de los hoy disminuidos miembros del Grupo de Lima. Antonio Ledezma (huido a Madrid) y Julio Borges (fugado a Bogotá) viajaron a Brasilia para felicitarlo y, aprovechando los “brazos abiertos” de su pequeño dios nazi, pedirle más sanciones contra Venezuela, como lo reseñó la agencia de noticias alemana, y antichavista, Deutsche Welle.

Pues bien, resulta que Lula -luego de haber estado 580 días injustamente preso y después de que el Tribunal Supremo de Brasil anulara todas las condenas en su contra- tiene todo el viento a su favor si decide competir en las elecciones previstas para octubre de 2022. En cambio ¿qué es de la vida de Guaidó?

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