Alberto Vargas

@albertovargas30

La Doctrina Monroe (1823) consideró a EEUU y a su transculturización como centro y motor de Nuestra América, y a sus valores socioculturales como patrones o modelos universales, llegando en último término a identificar la historia de los estadounidenses y sus relaciones con los otros continentes como la historia universal, pues según ellos habían sido llamados por Dios para controlar al mundo. EEUU habría sido elegido por la providencia para tener en su seno el sentido final de la historia universal: sería el reino de la razón, de la libertad, en suma, la autorrealización de Dios, como lo expresa Roosevelt en el Destino Manifiesto, como corolario de la Doctrina Monroe.

Una aberración de la geopolítica de EEUU cuyas raíces no van más allá del Renacimiento, difundido en el siglo XIX, para conformar una dimensión determinante de la cultura y de la ideología del mundo capitalista contemporáneo. Tras esta consideración se esconde un desconocimiento y desprecio hacia las demás culturas, tratándose, más bien, de un estado de constricción mental que impide entender una visión distinta del mundo, facultando a EEUU para la adopción cínica de actitudes paternalistas, además de otras consideraciones más inmorales e inaceptables de explotación y dominación.

Las líneas gruesas de la política de EEUU nunca han cambiado ni siquiera cuando la presidencia y las dos cámaras del Congreso pasan del control de un partido a otro. Eso está históricamente demostrado. También, por ejemplo, el alarde pacifista de Donald Trump desde hace rato fue echado al basural de la historia norteamericana; la política exterior de Washington que hoy revela el curso injerencista y belicista trazado por Bush padre, Clinton, Bush hijo y Obama, sigue en pie. Cuyo contraste devela las promesas de Trump, de hacer renovar la economía del país y mejorar la vida de los olvidados norteamericanos, empobrecidos, sin desestimar el injerencismo de Biden, que se los está llevando el viento junto con la incapacidad para frenar el coronavirus, que sitúa a EEUU como el país mayor contaminado en el mundo, incluyendo la suma de muertos.

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