Memoria histórica para construir un mundo ético
La autora es presidenta de Fundalatin.
Eugenia Russian
Desde América Latina y el Caribe, los movimientos sociales y diversos tipos de comunidades, parecen impulsar una toma de conciencia colectiva, que a su vez influye en los cambios sociales que se perciben como de trascendencia histórica.
Parte de esta toma de conciencia es sentir la necesidad de reorientar la percepción, que los pueblos tienen sobre su propia historia.
La colonización no solo representó la explotación de la tierra o el saqueo de los recursos, sino el desprecio por la fe popular, aquella capaz de sentir e interpretar la relación con la Madre Tierra y con la espiritualidad ancestral. La colonia interpretó el misterio de la vida desde los dogmas y las doctrinas, que nada tenían que ver con el movimiento de Jesús. Los colonos impusieron a sangre y fuego la religión para sus objetivos de dominación hacia nuestros pueblos.
Los movimientos cristianos ecuménicos han venido haciendo un amplio aporte a esta toma de conciencia de reorientar la percepción histórica, asumiendo el punto de vista no de los vencedores imperiales con su expansión colonial de occidente por estas tierras a partir de 1492, sino precisamente ubicando su memoria desde el punto de vista de quienes fueron considerados no-personas. Es el punto de vista de los oprimidos. A 531 años de la invasión, hoy siguen alzándose las voces de nuestros Pueblos Originarios.
En esta hora de gran peligro, en la cual las niñas y los niños palestinos agredidos en la Franja de Gaza son la expresión del horror inhumano, al que puede llegar el afán de dominio de las grandes maquinarias bélicas que pretenden cubrirse en nombre de Dios, las comunidades ecuménicas de todo el mundo, conformadas como gran fuerza ética, apoyan las iniciativas de gobiernos responsables y de las acciones transformadoras para frenar el genocidio y abrir cauces a la recuperación de la dignidad humana y a la paz con justicia.
