Luis Zárraga

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Era junio de 1971 cuando caminé mis primeros pasos en el periodismo al escribir un artículo de opinión titulado “Conclusión para comenzar”, el cual hacía referencia al debate entre sectores de la izquierda mundial y la venezolana sobre el pensamiento del socialismo como problema y el pensamiento de Carlos Marx, donde defendía que el marxismo debía ser tomado no como dogma sino como referencia para avanzar hacia la construcción de un socialismo a la venezolana.

El texto de marras lo entregué en la redacción del diario Punto, órgano informativo del Movimiento al Socialismo (MAS), que dirigía Pompeyo Márquez, y a los pocos días fue publicado en sus páginas.

Desde ese momento han transcurrido 50 años y hoy en 2021 aquí seguimos, ejerciendo tan noble profesión.

En aquellos años estábamos en Caracas recorriendo barrios por sus parroquias, con el candidato presidencial José Vicente Rangel (MAS y MIR) y un día cerramos la jornada electoral con un mitin en la avenida México, cuya tarima central estaba ubicada frente al hotel Caracas Hilton, en la plaza Morelos.

Allí llegamos con la entusiasta multitud de jóvenes universitarios, en su mayoría ucevistas, bajo el grito de “Los pobres al poder y los ricos al carajo”, con los cantos revolucionarios de Alí Primera, Los Guaraguao, el Grupo Ahora, Soledad Bravo y Gloria Martín, entre otros cantautores populares. Éramos observados por los señores de Fedecámaras y otros empresarios que con sus catalejos veían la movilización de la muchedumbre mal olorosa, de hombres y mujeres desdentados y comedores de lentejas, y recibían informes de los espías enviados a observar de cerca el curioso acto que para ellos, acostumbrados a correr solos con AD y Copei en el patio de la política del país, significaba un reto a resolver al tener al frente una marcha de gente joven pero pobre, sudorosa, que les olía mal y había que eliminarla como opción de poder.

Al final ganaron adecos y copeyanos, con Carlos Andrés Pérez, y los votos de la izquierda solo fueron 160 mil, por aquella estrategia de “acta mata voto”.

A ellos, a los factores de poder, las muchedumbres les huelen mal. Siempre ha sido así; cuando una multitud se manifiesta, hay que detenerla así sea con la fuerza, utilizando la represión y violación de los derechos humanos.

En América Latina tenemos recientes ejemplos de lo que afirmamos. En Chile, los carabineros han reprimido al pueblo que ya dijo basta y se lanzó en vías de un cambio de la Constitución del dictador Augusto Pinochet.

En Colombia, las movilizaciones de la muchedumbre llevan más de un mes en paro y los mal olorosos siguen en las calles a pesar del descaro de Iván Duque de caerles a plomo con Ejército, policías y militares yanquis.

En Perú, el candidato Pedro Castillo, intenta llegar al poder con muchedumbres cuya cercanía al status establecido les huele mal y sigue llamando a una Constituyente, a pesar de la campaña de terror como la reciente y extraña masacre en Vraem de más de 20 personas.

En Bolivia, los hermanos indígenas volvieron de la mano de Luis Arce Catadora, luego del sangriento golpe de Estado contra Evo Morales.

Aquí en Venezuela, a Leopoldo López, invitado de honor del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, a su toma de posesión, las muchedumbres olorosas les huelen feo, mientras él manda a Freddy Guevara y a Juan Guaidó a reunirse con el gobierno, como si no hubiese pasado nada en fechas recientes, para con seguridad, al final decir que de esa agua electoral convocada para el 21 de noviembre no beberán, porque les sabe mal.

Afortunadamente, otro sector opositor que sí cree en el voto y sí es democrático, se va a medir a través del sufragio y para ello respaldan los pasos que ha dado el Consejo Nacional Electoral (CNE). Esa es la esencia de la democracia.

A 50 años de aquel inicio en la comunicación social, con aquella conclusión para comenzar, las muchedumbres mal olorosas están vivas y coleando y seguirán siendo poder en las planchas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que escogerá a sus abanderados por las bases, conjuntamente con  el Polo Patriótico, como ha dicho Nicolás Maduro Moros.

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