Néstor Rivero Pérez

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En la noche del 23 de agosto de 1572 se dio inicio en París a la captura y muerte de los hugonotes, corriente protestante inspirada en las lecciones de Johan Calvino, fundador del protestantismo en Ginebra y la cual se disputaba con la Iglesia la adhesión de los creyentes, en el marco de la Reforma iniciada por Martín Lutero en la Alemania de 1520. Como motivo de los hechos de “San Bartolomé” se adujo un presunto complot tramado contra el rey católico de Francia, Carlos IX, por los hugonotes.

 

La Reina Madre

Tras los sucesos de la trágica noche parisina y bajo el azuzamiento de nobles fanatizados y algunos dignatarios de la Iglesia, la persecución y eliminación física de la secta protestante se extendió por varios meses a lo largo y ancho del país.

Autores como Alejandro Dumas sugieren que detrás de la terrible “Noche de San Bartolomé” se encontraba la férrea voluntad de la Reina Madre, Catalina de Médici, opuesta de modo rotundo a todo signo que favoreciese la reforma religiosa representada por los hugonotes, protestantes galos disidentes de la Iglesia.

 

La Reina Margarita

Cinco días antes de la Matanza de San Bartolomé, Margarita de Valois, la hermana del rey de Francia Carlos IX -a quien Dumas habría de inmortalizar en su obra La Reina Margarita– celebró su boda eclesiástica con Enrique IV, un hugonote quien meses antes había asumido la corona de Navarra (España) el 18 de agosto de 1572.

Se trataba de una boda por conveniencia acordada por ambas casas reales y en la cual ambos cónyuges accedieron sin amor, en procura de una distensión en la relación de católicos y protestantes, en la tierra del Sena y el Loira. Margarita, distinguida por una singular belleza, ha concitado el interés de historiadores, narradores y cineastas: fue la primera mujer en escribir sus Memorias; versiones la han presentado como ninfómana y hedonista, destacándose sí, como promotora de las artes y las letras; gustaba de leer a Platón y propugnar la primacía del amor “platónico” sobre el físico. Su matrimonio con Enrique sería anulado en 1599.

 

“París bien vale una misa”

Enrique IV, quien años después se convertiría en monarca de Francia había sido educado por su madre dentro del credo hugonote. Sin embargo, ya coronado en Navarra y ante la posibilidad de ceñirse la diadema de Francia, reconoció que jamás sería aceptado si no se convertía al catolicismo.

Así accedió a retractarse como hugonote y confesarse católico, siendo reconocido triunfalmente en 1594. Es en este contexto que se le atribuye la célebre expresión “París bien vale una misa”. También se le recuerda por sus propósitos de gobernar brindando satisfacciones a la población; de allí la ocurrente afirmación, según la cual debía abastecerse con “un pollo en las ollas de todos los campesinos, todos los domingos», que simplifica perfectamente su política de hacer feliz a su pueblo” (Wikipedia).

 

Cómo terminó la noche

Entre el 23 de agosto y finales de octubre de 1572, las acciones contra los hugonotes dieron como resultado entre diez mil y veinte mil víctimas fatales.

En todo caso el reclamo de hombres de letras y el paso de uno a otro siglo, del XVI al XVII, con la consagración de fronteras nacionales, contribuiría a delimitar territorios para los distintos credos, al tiempo que se matizaba la intolerancia y se establecían nuevas ordenanzas reales en esta materia.

 

Sinóptico

1788

Rafael Urdaneta

Este día nació en La Cañada (Maracaibo), Rafael Urdaneta, prócer fundamental de la Gesta Emancipadora de Venezuela y uno de los más fieles amigos del Libertador Simón Bolívar. Urdaneta fue fundador de la primera “Sociedad Boliviana”, para honrar la memoria del Padre de la Patria y antecedente de la actual Sociedad Bolivariana, la cual posee filiales en cada entidad federal del país y el exterior.

El prócer zuliano ofrece en sus Apuntamientos el significado del glorioso ciclo de 1813, la siguiente afirmación: “avanzábamos, pero no conquistábamos”, indicando así la necesidad de asegurar territorios a medida que el Ejército Republicano se acercaba a la capital de la República.

Al final de su vida Urdaneta escribirá: “Defender la patria es trabajar por una democracia política, social y cultural, que garantice que todos vivamos con dignidad, sin el acoso de la miseria o la inseguridad ni el colapso de los servicios esenciales (…). Con frecuencia, los discursos, las ofrendas… a Bolívar, Urdaneta u otros próceres, son el mejor modo de enterrarlos definitivamente (…). ‘No dejo en el mundo sino una viuda y once hijos en la mayor pobreza’, testimonió Urdaneta antes de su muerte en París” (…). Y cuenta la historia que sabiendo que le había llegado la hora de su muerte, llamó a sus hijos Rafael y Luciano… y les ordenó: ‘Encárguense ustedes de devolver al Gobierno de Venezuela la parte que aún queda de los viáticos que me adelantaron para el viaje que no he podido concluir’” (https://antonioperezesclarin).

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