Néstor Rivero Pérez

[email protected]

En escrito de José Gregorio Yépez, a quien no conozco por cierto, y que llegó a mi email por reenvío de mi viejo amigo el profesor Iván Ángel, se transmite un conjunto de interrogantes formuladas por la señora Mayi Cumare, compañera de vida del dirigente político Carlos Lanz.

Este último, ha sido dirigente de la izquierda venezolana desde la controversial década de los ’60, y por cuyo paradero el país políticamente acucioso, honesto y crítico se hace inquietantes preguntas: ¿Dónde está, qué sucedió con su persona, fue víctima de un secuestro, de una venganza personal, o de desaparición forzosa por algún desquiciado que se infiltra en organismos de seguridad del Estado; o fue trasladado por agencias extranjeras de inteligencia -Mossad, CIA, el M16 inglés, o Rastrojos-, a un locus como Guantánamo, a una cárcel secreta del Medio Oriente, o simplemente liquidado, y sus restos calcinados?

Carlos Lanz mantuvo, o ha mantenido, si es que aún se mantiene o lo mantienen con vida, posturas tajantes en algunos tópicos, y en otros ha congeniado con sus interlocutores. Y con su pasantía de militante radical y honesto, dio en los años ’90 su apoyo y se enroló en el proceso bolivariano; y se le conoce una actuación destacada como formador de nuevos cuadros políticos, así como por asomar en los últimos años análisis e hipótesis respecto a estrategias de la guerra híbrida y de amplio espectro que agencias imperiales acometen en contra de la Venezuela Bolivariana.

En muchas cosas se podrá concordar con Carlos; y en otras no. Empero, aquí, lo sustantivo es que se trata de un cuadro valioso con quien se puede, o se podía dialogar y discutir, construir y diferir y seguir en la elaboración de ideas y experiencias.

¿Qué y/o quiénes están detrás de su misteriosa desaparición? ¿Se trata de una venganza de alguien -o de “álguienes”- que en algún momento se sintió -o se sintieron- afectados por alguna acción o decisión tomada por este dirigente revolucionario, o en la cual él haya intervenido? Retaliación de índole particular o política ¿o su “apartamiento” de la vida regular fue decidida y ejecutada por algún siniestro gang de la muerte?

Hasta hoy nadie se ha atribuido la desaparición física de Lanz, y hasta donde se sabe, él no padecía Alzheimer, sonambulismo o alucinaciones prolongadas.

No solo su familia, también la opinión pública y la memoria contemporánea de honradez y transparencia con la que aspira pasar a la posteridad esta Revolución Bolivariana y el gobierno del presidente Nicolás Maduro -con sus logros innegables de soberanía nacional y construcción del Estado Social, y con debilidades que responden a un marco histórico con rasgos de distorsiones en la gestión funcionarial de DDHH-  también esa opinión pública pide,no digamos soluciones inmediatas, al menos síalguna orientación, muestras de que ninguna investigación se echa al pipote del azar.

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!