Néstor Rivero Pérez

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El 1° de mayo de 1776, el profesor de Derecho Canónico Adam Weishaupt, junto a su discípulo Adolph von Knigge, ambos alemanes, se reunieron en Viena, la capital de Bavaria, para fundar la Asociación de Los Perfectibilistas, la cual años después comenzó a conocerse como Los Iluminatis. Distintas versiones suponen que de esta secta formaron parte figuras como el Conde de Saint Germain, el falso médico José Bálsamo y el escritor Johan Wolfgang Goethe, entre otros.

Propósitos

Estos primeros “Perfectibilistas”, cuya organización se vio ilegalizada nueve años después, encontró su inspiración en la Ilustración, cuyos fines comenzaron a difundirse lo largo de Europa con la primera edición en Francia de La Enciclopedia, en 1751. Propugnaban el gobierno de la razón, la educación, la ciencia y la filantropía, a la vez que la erradicación de la superstición y falsos prejuicios, así como el orden de los reyes absolutos, lo que daba a sus promotores, carácter de subversión.

Estamentos y membresía

De acuerdo al investigador alemán Eberhard Weis, la estructura organizativa de los Iluminatis o perfectibilistas en sus inicios, respondía al orden estamental de los principados y castillos del postrimer tiempo de feudalismo germano. Para Weis, “un tercio de sus miembros eran nobles y por lo menos un doce por ciento, clérigos” [Wikipedia], todos formados académicamente, integrándose además como miembros “un veinticinco por ciento de trabajadores manuales y un diez por ciento de comerciantes” [Ibídem].

Muros infranqueables

Corrientes críticas del orden mundial contemporáneo, han sugerido la posibilidad acerca de que continuadores del Iluminatismo al menos desde mediados del siglo XX hasta ahora, tergiversaron los propósitos de perfectibilidad humana y de búsqueda de la felicidad para toda la especie en su tránsito por la Tierra, para asumir como los grandes fines de la célebre logia, el resguardo de las grandes fortunas, cuyos detentadores se congregarían en torno a la mesa de entidades como el Club de Bilderberg, o el grupo ‘Huesos y Calaveras’ entre cuyos miembros destacó George W. Bush (h) serían, entre otras, expresiones recientes de aquella secreta asociación que siguiendo una vertiente de conspiraciones, tramó y orquestó con sus cuantiosas fortunas, circunstancias que han trascendido en el destino político del globo y que van desde complots de extrema izquierda como el triunfo de la Revolución Bolchevique en la Rusia zarista de 1917, hasta el magnicidio de J. F. Keneddy, o los programas de drástica reducción de la población mundial, mediante la propagación tecnológica de pandemias supuestamente nacidas en laboratorios, tales como la Gripe Española de 1918, el VIH-Sida de los años ochenta y el virus Sars-COV 2, de 2019.

 

¿Complot contra el mundo?

En todo caso, las grandes fortunas que se han amasado en las últimas décadas en el planeta -cuyos titulares o apoderados se congregan periódicamente en las jornadas del Bilderberg, el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, según sus siglas en inglés) -creado en 1921 y con sede en Nueva York-, así como el G7, suman tal magnitud de dinero, que se puede amurallar sus intereses de fondo asegurándose el silenciamiento, detrás de los gruesos cortinajes de su poder, de cualquier información sobre la agenda de sus personeros, en estas citas que fijan las prioridades en lo tocante a estrategias destinadas a la perpetuación del orden neoliberal y hegemonías centro-periféricas del presente.

 

Privilegios vs mundo compartido

El CFR, de su parte, ha promovido en provecho en primer lugar de los centros económicos de EE. UU., ”la reducción de regulaciones financieras sobre las corporaciones transnacionales y la consolidación en bloques regionales como el NAFTA o la UE” [Wikipedia]. De este modo, un nuevo orden mundial, nacería bajo exclusivo patrocinio de quienes ejercen el control de grandes riquezas, así como de las principales rutas del comercio interoceánico y además, quienes trazan los lineamientos dentro de los cuales se ajusta el desempeño de los gobiernos de Occidente, para asegurarse la perpetuación de un estilo de vida de ultraprivilegiados, conteniendo cualquier opción de un mundo de equilibrios y bienestar económico compartido.

 

Sinóptico

1889

Día del Trabajador

Este día, a tres años de la “Masacre de Chicago” contra los trabajadores de la fábrica de herramientas McCormick, el Congreso Obrero Socialista convocado en Bruselas (Bélgica) por la II Internacional, acordó celebrar el 1° de mayo de cada año como “Día del Trabajador”. Entre los líderes obreros apresados y a quienes con evidencia cuestionable se imputaron por la masacre, estaban el socialista Albert Parsons y August Spíes, de filiación anarquista. Ambos, al lado de “Fielden, Schwab, Fischer, Engel, Lingg, Neebe, se vieron condenados unos a la horca y otros a largo cautiverio. Y en su honor, el Congreso Obrero Socialista estableció el Día del Trabajador.

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