Néstor Rivero Pérez

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El 30 de mayo de 1961 fue ajusticiado en la autopista de Santo Domingo a San Cristóbal, República Dominicana, el dictador quisqueyano Rafael Leonidas Trujillo, cuyo gobierno cubrió uno de los capítulos más oscuros de la historia latinoamericana y caribeña en materia de derechos humanos, escándalos de peculado público y nepotismo. Trujillo se mantuvo al frente de su país desde 1930 hasta el momento de su liquidación.

Megalomaníaco

Estudiosos del comportamiento humano caracterizan la megalomanía como patrón rígido de una patología peligrosa que consiste en “búsqueda constante de auto-gratificación, caracterizado por un sentido de grandiosidad y auto-importancia, con una necesidad insaciable de atención” (https://www.psicoactiva.com). Y, en el caso de Trujillo, a ello se suma un extremo de crueldad con difícil punto de comparación.

“Hombres de paja”

Entre 1938 y 1942, Trujillo, manteniendo el control efectivo del país mediante la sujeción del Ejército a su persona, hizo nombrar como Presidentes a Jacinto Peynado primero, y tras la muerte de este en el cargo, a Manuel de Jesús Troncoso. Y de 1952 y 1960, el Generalísimo hará designar como Presidente “formal” a su hermano Héctor Bienvenido Trujillo.

El “benefactor”

Aficionado a títulos pomposos y condecoraciones, Trujillo se hizo reconocer con apelativos oficiales de “Benefactor, Generalísimo, Restaurador de la Independencia Financiera”, “Primer Maestro de la Patria” o “El Jefe”.

Hizo cambiar el nombre de la capital, Santo Domingo, por “Ciudad Trujillo”; el pico de mayor altitud de República Dominicana fue rebautizado como “Pico Trujillo” y su provincia natal fue renombrada “Provincia Trujillo”; justificándose en un hábil manejo fiscal que en 1935 le permitió reanudar “el pago de los préstamos foráneos” (https://informefracto.com).

Peculado

Asimismo, la subida de los precios del azúcar durante la II Guerra Mundial contribuyó a la liquidación de la deuda externa y restablecimiento del peso como moneda nacional en 1947 “el mismo año en que inauguró un fastuoso Palacio Presidencial (…). Además, desde 1940 todos los documentos oficiales debían llevar la frase: “Era de Trujillo” (https://informefracto.com).

Jesús de Galíndez

El jurista vasco Jesús Alberto de Galíndez y Suárez, quien al final de su estadía en República Dominicana, se desempeñó como profesor de idiomas de Ranfis Trujillo, hijo del Generalísimo, alarmado ante las prácticas del trujillato se marchó a EEUU, donde escribirá el libro La era de Trujillo, donde se asevera que Ranfis “no era biológicamente descendiente del dictador” y desnudando los gruesos lunares de la dictadura.

De Galíndez fue secuestrado en una estación del metro de Nueva York y trasladado en avión a República Dominicana. Aquí, brutalmente torturado y casi moribundo fue arrojado a los tiburones.

Otras víctimas

Al sonado crimen de Galíndez se unen los de los aviadores Octavio de la Maza y Gerald Murphy, las tres hermanas Mirabal, las más de 12 mil personas de origen haitiano que, por orden de Trujillo fueron eliminadas durante la Masacre del Perejil del 2 de octubre de 1937.

Del mismo modo debe contabilizarse el fusilamiento de un grueso contingente capturado y que integraban la expedición capitaneada en 1959 por los dominicanos Enrique Jiménez Moya y José Horacio Rodríguez, entre otras de las acciones que terminaron en el fusilamiento o “macheteada” de los complotados.

Trujillo ajusticiado

En los primeros meses de 1961 se teje la única conspiración que dará término al régimen trujillista con la ejecución en la emboscada escenificada, un día como hoy, en la autopista Santo Domingo-San Cristóbal. De los 60 balazos que impactaron sobre el vehículo que le trasladaba, siete terminaron en el cuerpo de Trujillo, poniendo fin a su vida y a 31 años de dictadura. Meses antes de su muerte, Trujillo había escogido a Joaquín Balaguer como Presidente de República Dominicana; este le sobreviviría por más de tres décadas. Entre los autores del hecho destacaron Modesto Díaz, Antonio de la Maza, y Salvador E. Sadhala.

Sinóptico

1778

Voltaire

Este día murió en París (Francia), a los 84 años, François-Marie Arouet (Voltaire). Su obra representa una cúspide de la Ilustración y el pensamiento filosófico. Voltaire confía en la perfectibilidad del género humano ¿Puede haber un mejor mundo? El tema lo plantea en su texto Cándido, personaje que “vivía en el mejor de los mundos posibles”.

La idea de progreso político y de las instituciones subyace en el pensamiento de Voltaire, quien será no obstante rudo crítico de su época. Su noble propósito será germen del programa revolucionario y social que se pondrá en boga desde finales del siglo XVIII. Para Voltaire “el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor”. A Voltaire se le atribuye una de las frases más célebres de la historia “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

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