Alfredo Carquez Saavedra

[email protected]

Tal como los personajes de la famosa serie de películas de acción así se comportaron los “diplomáticos” designados en Bolivia por Juan Guaidó durante el breve gobierno de Jeanine Áñez, cuando, al encontrase con la flota de vehículos de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela en el país del altiplano, procedieron a apropiarse y vender tales bienes nacionales de manera fraudulenta.

Claro que este caso se trata de algo así como el reparto de un botín de migajas, si comparamos el robo de 34 unidades automotores con el monto de los activos de Citgo Corporation y Monómeros Colombo Venezolanos, S.A., que le han sido birlados a la nación con la anuencia de Voluntad Popular (Leopoldo López), Primero Justicia (Julio Borges), Acción Democrática (Henry Ramos Allup), Un Nuevo Tiempo (Manuel Rosales). Pero en esta oportunidad no se trata de resaltar el impacto económico del despojo ni tampoco de determinar quién terminó por beneficiarse del mismo.

Porque está claro que tanto la empresa con sede en Estados Unidos, como la que se encuentra en el país de al lado, fueron entregadas a los filibusteros que gobiernan en ambas naciones con la intención de afectar gravemente nuestra soberanía. En la Casa Blanca no ha habido cambios en lo que respecta a la estrategia de agresiones dirigidas en contra de Venezuela tras la salida del poder del inestable, irascible e impredecible Donald Trump y el arribo del grisáceo Joseph Robinette Biden Jr.

Sin embargo, el caso del hurto y venta fraudulenta de nuestros activos en Bolivia se hace significativo, insisto, no por los montos comprometidos sino porque que ilustra perfectamente la calidad humana (muy baja) de quienes componen la banda del G4. Ahora bien, este asunto, digno de una crónica policial, sirve para establecer algunas comparaciones entre Guaidó y Áñez.

Tal pareja que ha sido y será golpista desprecia el voto popular y los movimientos  liberadores. Gemelos de la política, surgidos de laboratorios financiados desde el exterior (Estados Unidos y Europa), ambos son producto de conspiraciones que responden a intereses antinacionales de empresarios, militares, parlamentarios jerarcas de iglesias católicas y pastores protestantes.

Este par de autodesignados también se hermanaron en el gusto por los abrazos ideológicos y logísticos ofrecidos por mandatarios y exmandatarios señalados por violaciones reiteradas de los derechos humanos, clientes de paraísos fiscales, negacionistas, casi nazis y ecocidas, entre los que destacan Iván Duque, Sebastián Piñera, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro.

Seguro que hurgando un poco más encontraremos mucho más parecido. Pero… y si con el propósito de alimentar aún más esas similitudes, y recordamos que Áñez está presa, ¿por qué no lo está el jefe de Narniaven? Ayudar a igualarlos en ese detalle seguro que redundaría en lograr un inusual récord Guinness de coincidencias.

error: Este contenido está protegido !!