Néstor Rivero Pérez

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El 18 de diciembre de cada año, por decisión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas se celebra el Día Internacional del Migrante. Esta efemérides, mandato de la Asamblea General de la ONU y que atiende a la necesidad de concienciar a los gobiernos y poblaciones establecidas en los distintos países, acerca de uno de los fenómenos con mayor repercusión en la relación entre los Estados de los distintos continentes fue proclamada el 4 de septiembre de 2000.

Corrientes migratorias y economía

Siendo un fenómeno que acompaña a los grupos humanos desde la Prehistoria, el desplazamiento dentro de un continente, de una región a otra o -mar de por medio- hacia otro continente, se ha visto remarcado a partir del cuadro mundial de la pandemia del Sars-Cov-2 y el deterioro de condiciones de vida de gruesos sectores de los estratos con ingresos bajos cuyas condiciones de vida sufrió un fuerte deterioro con la reducción de la actividad económica e industrial y el subsecuente incremento del desempleo a nivel global. De este modo las corrientes migratorias en lo fundamental se movilizan desde los países cuyo aparato económico ha visto mermada su capacidad productiva, o estructuralmente se han mantenido durante décadas dentro de los linderos del estancamiento, pobreza y subdesarrollo, hacia los territorios del Primer Mundo y con economías emergentes que ofrecen condiciones salariales que superan el país de origen.

De Sur a Norte

En este mismo sentido conviene anotar que María Isabel Bodega, Juan Antonio Cebrián y otros estudiosos delimitan el fenómeno de las migraciones Sur-Norte con “un significado preciso: corriente migratoria a escala planetaria con origen en los países subdesarrollados y destino en los enclaves más prósperos del globo” (https://dialnet.unirioja.es). También resalta como factor que impele a la migración, las estrategias de desestabilización política y contiendas civiles, patrocinadas desde metrópolis imperiales contra gobiernos de antiguas colonias o naciones que impulsan proyectos de soberanía económica y nuevos términos en las relaciones de intercambio de la materia prima dentro del mercado mundial.

Aportes e incertidumbre

En un mundo que ya se acercaba a los 8 mil millones de habitantes, ya en 2020, de acuerdo a la web Wikipedia “había unos 281 millones de migrantes internacionales, lo que corresponde a 3,6% de la población mundial” (https://es.wikipedia.org). Experiencia interesante al respecto fue la ocurrida entre 1945 y los años cincuenta del siglo XX, cuando un intenso flujo migratorio se movilizó desde los países de Europa devastados por la II Guerra Mundial, y que se dirigió hacia antiguas colonias de Europa: los países de América Latina en tanto receptores se vieron favorecidos con la llegada de grupos de profesionales, ingenieros, docentes y expertos en oficios que contribuyeron a un moderado despegue productivo e industrial de la región.

Pacto sobre migración

“(…) debemos cooperar para responder a las necesidades de los migrantes que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad y asumir los desafíos correspondientes (…). Debemos salvar vidas y evitar que los migrantes sufran daños. Debemos empoderar a los migrantes para que se conviertan en miembros plenos de nuestras sociedades, destacar sus contribuciones positivas y promover la inclusión y la cohesión social. Debemos aportar a los Estados, las comunidades y los migrantes una mayor previsibilidad y certidumbre. Para lograrlo nos comprometemos a facilitar y garantizar la migración segura, ordenada y regular por el bien de todos” (Asamblea General de la ONU, Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular).

Sinóptico

1816

Expedición de Jacmel

Este día el Libertador Simón Bolívar zarpó del puerto haitiano de Jacmel tras organizar, con el patrocinio del magnánimo presidente Alexandre Petion, una segunda expedición libertadora hacia Venezuela.

Su propósito era ponerse al frente de las operaciones bélicas contra la Corona española y dar la definitiva independencia a su patria. Bolívar, quien había llegado en septiembre de 1816 por segunda vez a Haití, habría de retornar a Margarita con pertrechos y hombres el 28 de diciembre recalando en el puerto de Juan Griego.

En este último destino el Libertador se vio reconocido por el jefe militar de la isla, Juan Bta Arismendi. Con un voluminoso armamento, aunque poca tropa se dirige a Barcelona estableciéndose en la Casa Fuerte.

Luego de confirmar que sus amigos expedicionarios de Ocumare de 1816 habían sobrevivido y se encontraban operando en Guayana, Bolívar se encamina a dicha región para completar la liberación del Orinoco y darse la mano con su destino continentalista. En esta segunda Expedición de Haití, el Libertador fue auxiliado por el marino francés Agustín Gustavo Villeret cuya flotilla fue decisiva para armar las siete goletas libertadoras.

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