Néstor Rivero Pérez

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El 22 de octubre de 1993 falleció en Caracas Luis Felipe Ramón y Rivera, compositor, poeta, cronista de tradiciones folclóricas del país y docente universitario, iniciador de los estudios de etnomusicología en Venezuela. Fue violinista y autor de los reconocidos valses Brisas del Torbes -emblema musical del estado Táchira, y Lejanía. Ramón y Rivera compuso además Matinal, Tierra andina y canciones infantiles, así como Golpe de estribillo y otras piezas para piano, como Joropo y Tierra andina. En cuanto a su nutrida vertiente de investigador, escribió unos treinta textos, tales como El joropo. Baile nacional de Venezuela, Fenomenología de la etnomúsica del área latinoamericana y Nuestra historia en el folklore.

 

Rasgos

Hombre de estampa generosa, y casado con la etnomusicóloga Isabel Aretz, Ramón y Rivera es presentado por su biógrafo, Manuel Antonio Ortiz, como figura activa en los escenarios de la composición y la defensa gremial de los artistas, siendo uno de los fundadores de la Sociedad Venezolana de Autores y Compositores [Luis Felipe Ramón y Rivera. Precursor de la etnomusicología en Venezuela]. Don Luis Felipe “se dedicó a componer música popular y a sus actividades musicológicas, primero en el Servicio de Actividades Folklóricas y luego en el Instituto del Folklore. Fundador de la Orquesta Típica, fue iniciador de varias publicaciones periódicas abocadas al estudio del folclor, y del Museo Nacional del Folklore (http://www.sacven.org).

 

Magia del Torbes

Durante las primeras cuatro décadas del siglo XX, el valle de San Cristóbal ofrecía el aspecto acogedor de un paisaje tomado de las novelas pastoriles y campestres de Virgilio Marón o de La Arcadia, de Jacobo Sannazaro. Así la primera corriente fluvial de la región es tributada por Juan Veroes, en su poema Al río Torbes, donde en tono de modernismo dice: “¡La espuma de tu rostro fugitivo, / bello Torbes, dejástela en mis manos, / y con el vuelo de tus saltos vanos / coronas me tejiste y ramo altivo!” Y sería el mismo Torbes el que dio motivo a Ramón y Rivera para componer, en ritmo de bambuco -danza típica de los Andes, tanto neogranadinos como del lado venezolano-, la pieza que expresa la identidad musical del tachirense, Brisas del Torbes. Brisa que sopla al contoneo de las corolas y se parece al “café de aquí”. Así el autor invita a los coterráneos, que “¡Vengan todos cantando! / ¡Vengan todos riendo!”, pintando al paso de sus acordes, las verdes colinas, sobre cuya evocación retorna a las almas la paz.

 

Obra escrita

Acucioso lector de las manifestaciones rítmicas en las distintas regiones del país, Ramón y Rivera rastreó en la historia de la décima y el pasado del joropo y la gaita. Participó con Juan Liscano en la organización de la “Fiesta de la Tradición” de 1948, así como en los primeros estudios sistemáticos del folclor en Venezuela. Investigó sobre los cantos negros en la fiesta de San Juan, el folclor en la novela venezolana, la música típica del Táchira y los cantos de trabajo del pueblo venezolano, produciendo sobre estos temas, libros y folletos.

El problema de la transcripción musical

“Conviene detenernos… para tratar el… problema de la transcripción musical (…) muchos etnomusicólogos niegan que se pueda transcribir la etnomúsica con un sistema de notación creado para otro tipo de música, como es la académica o popular (…) creado hace dos o tres siglos… para una música de dos o tres tiempos (…) Nada más distante de las músicas prehispánicas o africanas (…) Para este tipo de música los etnomusicólogos han creado o adaptado signos especiales” [Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera / http://www.revistas.uchile.cl].

  

Sinópticos

1813

Creación de la Orden de los Libertadores

El Libertador Simón Bolívar dispuso el establecimiento de la Orden de los Libertadores, en reconocimiento al heroísmo de los militares que arriesgando su vida en combate daban muestras de su defensa de la patria. El galardón consistía en una pequeña condecoración que cultivaba los estímulos morales en tiempos de estrechez económica del bando republicano y donde poco se podía ofrecer para recompensar con bienes materiales a los esforzados combatientes de la independencia. Y el loable cometido se cumplió, puesto que muchos oficiales se disputaban el honor de ostentar en su pecho, el pequeño medallón de ser miembros de la Orden de los Libertadores.

 1936

 Cipriano Castro llega a Caracas

A la cabeza de su pequeño ejército -el cual habiendo salido con sesenta hombres desde los Andes, se había engrosado hasta varios centenares luego de dar la batalla de Tocuyito-, Cipriano Castro entrará triunfante en la capital de la República, posesionándose de inmediato de la sede presidencial, la Casa Amarilla. Su tropa amarrará las mulas y los burros en las barandas de la Plaza Bolívar de Caracas, para acampar dentro de dicho recinto. Don Cipriano se enfrentará a los trust del asfalto.

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