Néstor Rivero Pérez

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El 10 de julio de 1936 falleció en Panamá el militar e internacionalista venezolano, Rafael de Nogales Méndez, cuya vida de acción y obra escrita han concitado el interés de las nuevas generaciones en atención al cúmulo de sucesos políticos y bélicos mundiales en que intervino durante las primeras décadas del siglo XX.

 

Cruce de palabras

De niño contó Nogales con una esmerada educación, siendo llevado por su familia a estudiar en Europa, siendo el caso que a sus 18 años hablaba alemán, francés e italiano. En 1898, a sus 19 años de edad participa en la Guerra Hispano-estadounidense, del lado peninsular. En 1901 se encuentra en Caracas y en el curso de una velada en la Casa Amarilla, el joven Nogales Méndez tiene unas palabras con su coterráneo, el presidente de la República Cipriano Castro, en cuyo mandato observa rasgos de despotismo. A poco de terminar la reunión, el gobernante ordena la detención del joven. Alertado en la habitación en que se hospedaba, Nogales Méndez burla los controles llegando clandestinamente a La Guaira para embarcarse rumbo a Centroamérica, recalando en Nicaragua. Allí el presidente Zelaya le apoya, para armar una expedición sobre la Goajira venezolana. Habiendo fracasado, y padeciendo la malaria, viajó a México, donde se emplea como militar para enfrentar el contrabando. A poco marcha a China, donde se inicia como oficial de inteligencia. En 1904 se le verá en la guerra ruso-japonesa.


Con Flores Magón

Al año siguiente se le localiza en Alaska, donde explota yacimientos de oro; de allí parte a EE. UU., donde conoce al exiliado azteca Ricardo Flores Magón, quien lideraba la corriente marxista del Partido Liberal Mexicano y a quien apoya por breve tiempo, para retornar a Venezuela en 1908; sin embargo, a poco es considerado como hostil al régimen de Juan Vicente Gómez por haber rechazado un cargo dentro del gobierno. Tras algunos intentos fallidos de derrocar al caudillo de La Mulera, sale del país. Si bien las ideas de Nogales Méndez, mostraban entonces la oscilación de quien aspira desempeñar un rol destacado en la historia imprimiendo su nombre en sucesos descollantes de su época, es de destacar que en medio de los altibajos del hombre de acción, y quien todavía no define su postura en torno a las grandes corrientes del pensamiento social, sí queda claro que en distintas oportunidades manifestó con sus hechos respaldo a movimientos democratizadores y antiimperialistas en países de la América hispana.

 

I Guerra Mundial

Al estallar la I Guerra Mundial Rafael de Nogales Méndez quiso servir a Francia, país que conocía desde sus años estudiantiles. Sin embargo, al exigírsele abandonar su nacionalidad venezolana para ser admitido en el ejército galo, desistió de la idea viajando luego a Turquía, donde se contactó con el agregado militar de Alemania y le fueron reconocidas sus aptitudes como oficial, poniéndosele al frente de operaciones en la región del Cáucaso. En sus Memorias Nogales Méndez describe la violencia en la región de Armenia, con varias masacres en contra de la población.

 

Con Sandino

Terminada la Gran Guerra en 1918, Nogales, con grado de Bey (Mariscal), llega a Nicaragua. En 1928 acompaña a Augusto César Sandino, en las montañas de Las Segovias, frente a la invasión norteamericana. Esta experiencia inspirará a Nogales su libro El saqueo a Nicaragua. Como muchos otros exiliados, en 1936 regresó a Venezuela, decidiendo a los pocos meses irse a Panamá. Aquí, víctima de una parálisis biliar, fallece un día como hoy.

 

Sinóptico
1825
Elegía del Cuzco

Este día el Libertador Simón Bolívar escribió a su tío materno Esteban Palacios y Blanco, una singular epístola a que la posteridad tituló “Elegía del Cuzco”, por el contenido de figuras literarias y tono sentimental que oscila entre el plañido de párrafos y evocación de afectos, momentos y seres que le retrotraían a la “más tierna infancia”. En uno de sus arrebatos líricos de mayor resonancia, el Libertador evoca al personaje Epiménides, para rememorar la Caracas de su niñez. El mismo día 10 de julio, el Libertador escribe al vicepresidente Francisco de Paula Santander, resaltando los rasgos de probidad y talentos de don Esteban, de quien dice “ha corrido cortes… tiene mucho juicio y ha leído algo; es un hombre en todo muy parecido a [Fernando] Peñalver, pero con infinitamente más mundo, pues ha pasado en Europa 40 años (…) Ha perdido toda su fortuna”. Ante una petición de Bolívar, de que se tome en cuenta al tío para algún destino, el Vicepresidente ofrece a Palacios la intendencia de Guayana o cargo como administrador en Bogotá, escogiendo don Esteban el último. El día anterior, el 9, al leer en el Cuzco correspondencia de su hermana María Antonia, Bolívar se entera del arribo del tío Esteban a la América y rememora la bucólica Caracas de su niñez, cruzada de norte a sur por cristalinas quebradas que descendían del Waraira Repano.

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