Néstor Rivero Pérez

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El 16 de abril de 1818, en horas de la madrugada y encontrándose en su hamaca, en terrenos del hato Rincón de los Toros, cerca de San José de Tiznados (Guárico), el Libertador Simón Bolívar se vio repentinamente atacado a tiros por un cuerpo de tiradores realistas que estuvieron muy cerca de quitarle la vida.

Persecución retardada

El 12 de febrero de 1818, el héroe caraqueño, al frente de unos 5 mil hombres llegó de forma inesperada a Calabozo, donde el jefe realista Pablo Morillo había establecido su cuartel general, propinándole una derrota sorprendente. A media mañana, tras dilucidar desavenencias con altos jefes patriotas, el héroe caraqueño inició la persecución de los enemigos, quienes tomaron rumbo con destino a Aragua. Sin embargo, el retardo en la persecución y dificultades para dar buena disposición a los cuerpos en las jornadas de El Sombrero el 16 de febrero; la de Semen, el 16 del mes siguiente, y la de Ortiz,  como la de El Sombrero y los combates de Ortiz del 22 al 26 del mismo marzo, todos con costoso saldo en vidas y pertrechos, van marcando el desenlace de la Campaña del Centro.

La pernocta del 15 al 16

En epístola a Luis Brion del 15 de mayo siguiente, hace un balance de sus operaciones: “La acción del 12 de febrero nos entregó a Venezuela y al ejército español; mas nosotros no hemos sabido aprovechar la fortuna que de todos modos se nos ha presentado”. Y afanoso en sostener la iniciativa militar frente al hábil Morillo y tras ponderar la ubicación del hato Rincón de los Toros, equidistante de Calabozo al sur, Ortiz al norte y El Sombrero al oeste, el Libertador decidió pernoctar aquel 15 de abril para el amanecer del 16 de abril, en terrenos de dicho hato, que dista aproximadamente 1.7 kilómetros de San José de Tiznados, hoy perteneciente al municipio Ortiz del Estado Guárico.

El “santo y seña”

Es usual en el arte militar, que en campaña o entrenamientos, los grupos de soldados se comunican con sus superiores y entre sus pares, mediante una clave que sólo los integrantes del respectivo agrupamiento conocen, y que varía cada cierto tiempo, de manera de asegurar que el “santo y seña” no sea develado por el enemigo, quien pudiere utilizarlo para infiltrar al ejército contrario y provocarle daño. En este caso acaeció que el Libertador y su Estado Mayor se instalaron “en un pequeño bosque cercano al vivac” [https://bibliofep]; las fuerzas republicanas concentradas sumaban “600 infantes y 800 jinetes”. El jefe realista Rafael López se encontraba ese día en San José de Tiznados, y por una circunstancia singular su tropa logró capturar al asistente del padre Prado, capellán que oficiaba con el Estado Mayor patriota. Aquel, bajo amenaza de muerte delató el “santo y seña” y la exacta ubicación de Bolívar en su hamaca, escogiendo López al capitán Tomás Renovales y a una docena de buenos tiradores, para que con tan preciados datos y al amparo de la oscuridad, se introdujesen con sus escopetas en el campamento republicano a objeto de liquidar a Bolívar.

Infante, el salvador

Según narración de Luis Perú de la Croix, en 1828 el Libertador le expuso cómo pudo salvarse: “Mi hamaca, como lo supe después, recibió dos o tres balas; yo, como he dicho, estaba sentado en ella pero no recibí herida ninguna, ni tampoco Santander, Ibarra y el general Briceño, que estaban conmigo; la oscuridad nos salvó” [https://memoriasdevenezuela]. En el recio combate que se dio a poco de escucharse los primeros balazos, el maturinés Leonardo Infante, entonces sargento, quitó la vida a Renovales, tomando su caballo enjaezado con costosa montura y viendo que nadie socorría al Libertador, quien ya al amanecer marchaba a pie extraviado, le cedió el hermoso corcel, con el cual el jefe supremo tomó rumbo a Calabozo, para reordenar planes e instruir el reagrupamiento de los dispersos.

Sinóptico

1889

Charles Chaplin

Este día nació en Londres (Reino Unido) Charles Spencer Chaplin, uno de los más célebres exponentes del séptimo arte, actor, humorista, escritor y acróbata, y quien simboliza el humorismo como forma de vida. En un tiempo en que la industria del cine organizaba sus reglas, Chaplin logró instalar su creatividad y hacerse de un caudal de seguidores tan denso, que su renombre alcanzó linderos de lo mitológico. En numerosas oportunidades se le vio grabar escenas ciertamente peligrosas con su personaje “Charlot”, como patinar de espaldas al borde de un balcón sin barandas, o colgar de lo alto de la escalera confiado solo en su equilibrio. Entre sus filmes destacan El Chico, Tiempos modernos y El gran dictador. Y a manera de un Quijote desarmado, su personaje obsequia flores a la bella viandante que padece hambre en las calles de Nueva York; o escuda imberbes perseguidos por un policía que hace por someterles en un retén. En sus últimos años, huyendo del macartismo anticomunista de EEUU, se exilió en Suiza.

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