Alcides Castillo

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El contexto histórico demuestra que son incomparables las acciones y las formas de lucha por la conquista del poder político así como tampoco las medidas que asumen el Estado y gobierno para su defensa. Tiempos difíciles se vivieron durante la década de los años 60 del siglo pasado cuando insurgieron partidos y frentes guerrilleros con trabajo militar y de masas.

El grito de “viva Cuba” le costó la vida al joven estudiante Alberto Rudas Mesones, quien participó en una manifestación a favor de la Isla cuando el imperio y gobiernos lacayos bloquearon a la mayor de las Antillas. Eran los primeros años del gobierno de Rómulo Betancourt que implementó la política de Estado “disparen primero y averigüen después”. Esta práctica se inició cuando un grupo de desempleados manifestaban en la plaza La Concordia en Caracas. Allí se produjeron los primeros mártires de la “democracia”y así continuó esa política hasta el año 1998, es decir, 40 años durante los gobiernos de AD y Copei.

Entonces fueron inhabilitados y presos los diputados y senadores del PCV y el MIR. Las cárceles se llenaron de presos políticos, de estudiantes, campesinos, obreros. La acusación de bandoleros estaba a la orden del día. Nunca se hizo alianzas con hampones de ninguna naturaleza ni hubo actos terroristas contra el pueblo.

Hoy la derecha fascista y la “otra supuestamente democrática” recurren al terror, al asesinato, a la quema de hombres y mujeres. Comprometen la entrega de la patria a potencias y gobiernos extranjeros y llegan a acuerdos con paramilitares y narcotraficantes. A la vista está que hacen vida con el hampa de la Cota 905 y con los gobiernos fallidos y forajidos de Iván Duque y Joe Biden. En este sector de Caracas paramilitares colombianos entrenaron a sicarios, a verdaderos asesinos, a cómo producir droga, a extorsionadores y secuestradores.

En la lucha de los 60, 70, 80 y 90 se denunció la entrega del país al imperialismo, hoy, siglo 21, la lucha sigue, mientras la banda de Guaidó puja por entregar nuestra nación.

Algunos voceros de ONG financiadas por el Departamento de Estado y el Congreso de Estados Unidos dicen que en la Operación Gran CaciqueIndio Guaicaipuro murieron inocentes, pero nada dicen de los asesinatos cometidos por la banda del Coqui. Que vergüenza.

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