La Muchachera de Curiepe: Queremos que nuestros jóvenes sepan que sus raíces están en África

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Este 21 de diciembre esta Fundación Escuela de Saberes Ancestrales Afrobarloventeños cumple 50 años. Fotos Orlando Ugueto

VEA / Orlando Ugueto

Especial para VEA

Con una hermosa sonrisa y un humeante y exquisito hervido de res, acompañado con pan de casabe y salsa picante, nos recibió amablemente Luisa Pérez Madriz, Luisín, en su casa “Mi cumbe”, ubicada en Curiepe. Esta pintoresca comunidad es reconocida como la primera población de cimarrones y negros libres del estado Miranda y de Venezuela.

En un agradable ambiente de sala con aroma de hogar, lleno de flores, frutos y plantas diversas: plátanos, cacao, martinicas y aguacates; en sincrética comunión con santos, biblias, cruces, tambores, tallas africanas y católicas, y con paredes adornadas por numerosos reconocimientos obtenidos en su larga trayectoria cultural, nos animamos a conversar con Luisín, la matrona creadora de la Fundación La Muchachera de Curiepe Escuela de Saberes Ancestrales Afrobarloventeños, que hoy, 21 de diciembre, cumple 50 años de fundada.

“La Muchachera no es solo cantar, bailar y tocar tambor», nos afirma Luisín ante la obligada pregunta.

“La educación cívica y la historia son lo verdaderamente importante de nuestro movimiento; para que quien haya nacido acá en Curiepe sepa que sus tatarabuelos son negros, porque son afrodescendientes y que nuestras raíces están en África”, afirma.

En La Muchachera formamos recursos humanos útiles para la vida

“En la Escuela nos ocupamos de que ese semillero de muchachas y muchachos conozca qué árbol se usa para diseñar un tambor, qué tipo de cuero se emplea para construirlo, cuánto mide un tambor mina; o cuánto mide, matemáticamente, el diámetro de una Curbata, y por qué este instrumento de percusión va del lado izquierdo del tambor».

“Que sepan además por qué el tambor mina es pausado y por qué el tamboril se toca con el mismo ritmo, o con el mismo latido que lleva el corazón”, nos responde poniéndose la mano en el lado izquierdo de su pecho.

-Además de los aguinaldos, las parrandas, la fulía barloventeña y el baile, ¿qué otras actividades realiza La Muchachera? –preguntamos.

-Ellas y ellos aprenden gastronomía, manualidades, artesanía y todas esas artes populares que forman recursos humanos útiles para la vida. En el río les enseñamos a pescar con canasto, aprenden a conocer los diversos tipos de plantas: las medicinales, cuáles sirven para la sopa y cuáles para la leña, y todo ese tipo de saberes tradicionales que la gente cree que no son importantes.

-La formación incluye, además, el respeto al medio ambiente y el cuidado de los espacios; aprenden que no se puede colocar la candela, la leña, cerca de un bambú porque se seca la raíz, que es la que le da humedad al río.

“Eso sí, nuestra Muchachera lleva la fe por delante, siempre encomendada a Dios, a nuestro Niño Jesús de Curiepe, el más venerado; a San Juan Bautista y al Conguito”, señala.

Además «vamos a las escuelas, a las universidades y realizamos actividades para difundir la cultura ancestral africana de nuestra entidad. Estoy orgullosa de mis muchachos en general, de quienes hemos logrado que fortalezcan sus valores y principios patrios y familiares y que no vivan de la superficialidad; que no se alisen el pelo, por ejemplo, y se reconozcan en la cultura de la afrovenezolanidad y la afrodescendencia”.

La Muchachera: una escuela con reconocimiento internacional

-La Escuela tiene cinco décadas de establecida ¿quiénes son sus profesores?, preguntamos.

-Comencé desde mi juventud a lidiar con niños, porque soy la mayor de siete hermanos, pues mi mamá, Carmen Eulalia Madriz, quien era maestra rural jubilada, nos cedió en crianza a mi querida abuela Eulalia, ejerciendo yo el cuidado de mis hermanos y de otros niños del pueblo, a quienes los ponía a jugar, les contaba cuentos, los llevaba al río, le inventaba juegos, los peinaba, etcétera. Así nació La Muchachera.

Agrega que también su hija Eva Nazareth, coordinadora musical del grupo, ha sido de enorme ayuda en la formación cultural en la Escuela que hoy agrupa a 150 niños y adolescentes de ambos sexos. 

-Me ha acompañado desde que tenía 15 años -de 31 que ya tiene- para llevar adelante esta difícil, pero hermosa tarea en la que también contamos con mi otro hijo Luis Tomás, con el percusionista Rafael Sanz y alguno que otro representante o padre de los menores. Prácticamente somos nosotros, las y los únicos educadores de La Muchachera. 

-Negra, tu Muchachera está cumpliendo medio siglo, media vida formando muchachos, lapso en el que no han recibido, según me cuentas, la suficiente ayuda y asistencia económica, pero paradójicamente has recibido reconocimientos internacionales como el que hace un año le otorgó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), como “Ejemplo de Buenas Prácticas Musicales”, siendo también Patrimonio Cultural del Estado.

“Entiendo que ningún reconocimiento significa que somos especiales, pero se supone que debería haber algo por eso ¿verdad?”, reflexiona.

La Muchachera requiere mayor apoyo, tanto del sector público como privado, para continuar con su programa formativo. Nuestra Escuela vive de mi “sueldito” de maestra jubilada, y de alguna que otra buena intención de gente amiga, nos comenta.

También nos argumenta que actualmente «necesitamos recursos para gastos de alimentación, instrumentos musicales y uniformes, al igual que el urgente reacondicionamiento de nuestra sede».

Luisín nació en la población de Curiepe, municipio Brión del estado Miranda, un 16 de mayo de 1956. Recuerda que el maestro Aristóbulo Istúriz, padrino de La Muchachera, en vida era la única persona que constantemente estaba pendiente de esos niños. “Él conocía La Muchachera desde sus inicios y sabía de sus necesidades y del sacrificio que hacíamos para mantener la institución. Hubo un año, por ejemplo, que siendo Ministro de Educación nos regaló hasta “Canaimitas” y nos ayudó a construir, junto con Elías Jagua, un espacio de estudio y recreación en la azotea de la escuela. Los últimos tres años hemos recibido la ayuda del ministro de Cultura, Ernesto Villegas, con la donación de juguetes, continuando así con la tradición navideña llevada a cabo por el maestro Istúriz”.

“Lo que quiero es que mis muchachos estén bien y que no tengamos necesidad de estar mendigando cosas por allí. Tengo niños con problemas muy serios de salud, de desatención y abandono familiar. Tuve una niña con una sola pierna y ahorita es bailarina de arte, a quien -por fortuna- le pusieron una prótesis y hoy es una maravillosa artista”, expresa emocionada.

«La Muchachera se ha convertido prácticamente en un hogar de cuidado diario», dice, por lo que solicita más corresponsabilidad de los padres y representantes, de los estudiantes, para dar mejor cumplimiento a las actividades de la institución. «Existe una percepción equivocada sobre La Muchachera, algunos la critican y piensan que somos millonarios», dice riendo.

“Yo no le cobro a nadie, ¿cuánto y qué le puedes cobrar tú a un padre de familia sin recursos?, ¿cómo se cobra un trabajo como este, que es de puro amor para la vida?”.

“Cuando nos llaman a actuar en esos grandes actos a nosotros nos cuesta movilizarnos y todo aquello que la logística implica, en especial la alimentación. Resolvemos cuando está alguien del Movimiento Afro, como Beatriz Aifill y Casimira Monasterio, quienes siempre nos prestan su apoyo incondicional”.

Relató que en la historia de La Muchachera ha tenido que enfrentar muchas carencias y situaciones dolorosas. Junto con esos muchachos ha enfrentado y superado graves problemas de salud y de desnutrición, los cuales ha tenido que socorrer de manera personal habiendo tantas instituciones, empresas y comercios en el Estado, incluso en el propio pueblo de Curiepe.

Preguntamos si habrá alguna manera de concientizar, sensibilizar y llegarle a esas instituciones, como al empresariado industrial y comercial de esta conocida población. 

-No sé a quién dirigirme para que ese niño que quiere estudiar, o para que ese otro u otra, que es muy inteligente, pueda lograr su aspiración de vida.

Añade que no está en contra de los títulos ni de los estudiosos y cree que todo en esta vida hace falta, pero hay que equilibrar y darle el verdadero valor a quien lo tiene, porque no puede ser que hayan recibido un premio nacional por tradiciones y uno internacional por “Buenas Prácticas” y no reciban la atención debida.

“Dios sabe que no estoy renegando, que todo lo doy y lo hago de corazón y reconozco que el movimiento afrodescendiente ha tenido, como nunca, con la Revolución Bolivariana un altísimo protagonismo dentro de las organizaciones y movimientos sociales. Primeramente gracias al autorreconocimiento por parte del Comandante Hugo Chávez. ¡Se ha hecho y avanzado muchísimo!», apunta convencida.

«Me alegra que la gente nuestra haya logrado cargos de importancia, pero se requiere más atención y un justo equilibrio para quienes estamos trabajando en los pueblos, en los barrios y en las comunidades, y dejar un poquito lo que son esas curules”, señala finalmente.

Historia de vida

Durante su larga trayectoria Luisín ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el título de Maestra otorgado por el pueblo de Curiepe; Maestra de la Unearte, Reconocimiento a La Muchachera como Patrimonio Cultural del Estado Miranda, placa de reconocimiento de manos de sus estudiantes al cumplir 38 años la organización; Hija Ilustre y Llaves del Municipio Brión, Premio Nacional de Cultura, mención Saberes y Tradiciones, y Ejemplo de Buenas Prácticas Musicales, otorgado por la Unesco.

Tuvo como madre a Carmen Eulalia Madriz de Pérez quien fuera maestra rural, y a Eulalia Madriz, su abuela, guía y protectora, de quien dice le enterró el ombligo en el quicio de su casa materna.

Tiene tres hijos de vientre Luisa Argelia, Eva Nazareth y Luis Tomás. Expresa un profundo amor por sus dos nietas menores Mariel Eloísa y Amalia Luisa, quienes “son mi adoración, mi medicina natural, mi vida misma”.

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