Néstor Rivero Pérez

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El 27 de marzo de 1874 el Presidente Antonio Guzmán Blanco dictó decreto mediante el cual se ordenaba convertir la iglesia de la Santísima Trinidad, ubicada en el sector norocentral de Caracas, en Panteón Nacional, con el propósito de que fungiese como repositorio permanente de las cenizas de los próceres y personalidades ilustres de la historia republicana de Venezuela.

Panteones antiguos

De acuerdo a evidencias encontradas en yacimientos del Paleolítico Medio, en linderos de Skhul (el Cercano Oriente) ya hace cien mil años, grupos humanos inhumaban a los difuntos en lugares especialmente destinados para el reposo eterno de sus restos. En todo caso, la muerte y subsecuente inhumación de las reliquias humanas, desde los tiempos remotos, en la mayoría de los casos, respondía a la creencia religiosa del grupo. La civilización griega construyó el Partenón, portentosa edificación cuya majestuosidad se desprende de los imponentes restos de las columnas y dinteles que han llegado hasta hoy, y que fungió de templo para honrar a la deidad tutelar de Atenas, Palas Atenea. En Roma, por su parte, el Panteón de Agripa, levantado en 126 dC, como tributo al héroe epónimo, fue levantado durante el mandato de Adriano y como tributo a Marco Agripa, y constituye hoy centro de la arqueología más imponente del tiempo de esplendor en la urbe de Rómulo y Remo, al punto de que no volvió a levantarse hasta catorce siglos después, durante el Renacimiento, edificación de tal magnitud y cuyas proporciones llevaron a Miguel Ángel a afirmar que el Panteón de Agripa poseía «un diseño angélico y no humano» [https://www.ateneovalencia.es]. Y la construcción de panteones desde Atenas hasta hoy, constituye la conjunción de arte y veneración: La primera, estética de la proporción y plástica del espacio a su interior y en la distancia; y la segunda, respecto a  las deidades o procerato pagano, que tutelan la nación. De acuerdo a Gérard Genette, “la intención artística es funcional a la percepción estética del espectador, es determinado también por el propósito del artista al crear la obra” [https://www.academia.edu].

De iglesia a Panteón

De este modo, en 1874, en el marco de su primer gobierno conocido como el Septenio, el Autócrata Civilizador, como es calificado Guzmán Blanco por distintos historiadores, reedifica y amplía la pequeña iglesia que funcionaba en el sector la Trinidad, al norte de la entonces bucólica capital de la República, y cerca de donde desembocaba la vía de tierra y piedra pisoneada que conectaba Caracas con su puerto de La Guaira. Y ello se inscribía dentro del proyecto de remodelación del casco central de Caracas, cuya obra magna fue la edificación del Capitolio Federal -actual sede de la Asamblea Nacional-. Concebía Guzmán la necesidad de un recinto especial, para que la nación honrase las cenizas del Libertador Simón Bolívar y los demás próceres y notabilidades de la vida republicanas.

Bolívar al Panteón

La inauguración de la obra se dio año y medio después del decreto, el 28 de octubre de 1875, con motivo del día de San Simón. Hasta entonces, y desde 1842 -cuando las venerables cenizas fueron traídas desde Santa Marta (Nueva Granada)-, habían permanecido en la cripta de la familia Bolívar, al fondo de la Catedral de Caracas, como era usual con apellidos de linaje, desde los tiempos coloniales.

Otros próceres

También reposan en el Panteón Nacional, los despojos de numerosos próceres de la gesta emancipadora, entre quienes descollan Manuel Cedeño, el “Bravo entre los Bravos”; el teniente Pedro Camejo o Negro Primero, caído igual que Cedeño, en la jornada cimera de Carabobo, así como Juan Bautista Arismendi. Y del mismo modo, combatientes de la Federación, algunos respecto a cuyas cenizas se ofrecen dudas de si corresponden verdaderamente al epónimo, tal el caso de  Ezequiel Zamora; y otros certificados, como Manuel Ezequiel Bruzual, el “Soldado Sin Miedo” de la Guerra Federal. Destáquese también la presencia simbólica en unos casos y real en otras, de los restos de mujeres como Apacuana y Manuelita Sáenz, del primer grupo; y en el segundo, Luisa Cáceres de Arismendi y Teresa Carreño. Caso especial es el de Francisco de Miranda, cuya cripta recoge simbólicamente su descanso dentro del recinto.

Sinóptico

1960

Gregorio Marañón

Este día falleció en Madrid Gregorio Marañón, galeno, catedrático, ensayista e introductor en la Península Ibérica de la endocrinología y la práctica humanista de la Medicina. Su rigor ético y proverbial generosidad con pacientes, estudiantes, colegas y particulares, indujo a biógrafos suyos, a denominarle el “Hipócrates de la Medicina Española”. Marañón, ejerció su profesión médica con devoción innovadora, siendo exigente acerca de dar tratamiento humanizado al paciente; fue el autor de las primeras publicaciones científicas que se conocieron en idioma castellano sobre ramos como la endocrinología, temas sexuales y etiología.

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