Marisol Rodríguez

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Decir que las corridas de toros son una fiesta o un arte, tiene sus bemoles, toda vez que existen defensores de los animales a quienes no les hace gracia eso de estimular la matanza de un ser vivo y presentarlo como un espectáculo público.

A lo largo de la historia de la humanidad, el ser humano ha otorgado mucha trascendencia a ciertos rituales que implican el sacrificio de un ser vivo, como es el caso de la fiesta brava, la cual en una época estuvo muy vinculada a los eventos nupciales.

Algunos autores afirman que la fiesta brava o corrida de toros, llegó a América con los colonizadores españoles. Según algunos portales especializados, con esta práctica en España se sacrifican anualmente unos 50 mil animales.

 

Origen de las corridas

En la antigüedad, el culto al toro era propio de la cultura mediterránea. El conocido mito griego del Minotauro (un ser con cabeza de toro y cuerpo humano nacido de la unión entre la reina de Creta y un toro) da cuenta de rituales donde el protagonista era un toro. Con el sacrificio del toro, los romanos rendían tributo a sus dioses, los hombres se bañaban en la sangre del animal bajo la creencia de que obtendrían fuerza y fortuna.

Más tarde, este ritual se fue convirtiendo en una fiesta popular. Se dice que a partir del siglo XII, las corridas son practicadas en las fiestas nupciales. En estas fiestas, tanto el novio como la novia buscan el contacto con el animal, tratando de enfurecerlo y herirlo hasta hacerlo sangrar y que la sangre manchara la ropa de los contrayentes, bajo la creencia de que esta práctica estimularía su fecundidad.

El toro juega un rol protagónico en las bodas españolas. En algunos casos, el novio saca un toro del matadero y le amarra los cuernos, mientras los invitados encaminan al animal hacia la casa de la novia, donde el novio le introduce dos banderillas, previamente decoradas por la novia. Finalmente, el animal es sacrificado.

El maltrato animal es un tema cotidiano, replicado a lo largo de la historia de la humanidad, que muy pocas veces moviliza a la opinión pública en torno a una práctica que deja muy mal parada la supuesta civilidad de la sociedad moderna.

 

Maltrato genético

Pareciera que algunas especies están condenadas al maltrato y muy pocas veces son valoradas como seres vivos, sujetos de derechos y compañeros de camino en nuestro andar por la Tierra. Este es el caso de los toros de casta o de lidia, protagonistas de la mal llamada fiesta brava.

Estos animales, engendrados generalmente mediante métodos artificiales de inseminación, son concebidos en laboratorios para ser sometidos a lo que los aficionados llaman fiesta brava o corridas de toros, la cual de fiesta solo tiene el nombre, pero que no es otra cosa que una matanza pública que exhibe y estimula la violencia al exacerbar el morbo de los asistentes.

¿Quiénes defienden a los toros?

En cuanto a las razones y a las sinrazones, existen posiciones enfrentadas. Por un lado, los fanáticos argumentan que es una tradición cultural, que es arte y que genera empleo; por otro lado, diferentes asociaciones proteccionistas de animales, esgrimen que se trata de tortura, barbarie.

En Venezuela, la mesa está servida para que se legisle sobre este controversial asunto. En los próximos días se iniciarán dos ferias regionales, la del Sol, en Mérida, y la de San Sebastián, en Táchira. Ambas promocionan corridas de toros. La opinión pública está movilizada. El Fiscal General emitió una medida cautelar. Un juez de Táchira desestimó la medida. No obstante, las redes siguen registrando por miles las opiniones contra la violencia animal.

1 pensamiento sobre “Fiesta brava: ¿Arte o barbarie?

  1. No se puede hablar de sacrificio cuando es un linchamiento metódico y no es más que un negocio de matar animales para aplaudir a los toreros asesinos.

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